El desafío de la educación: partamos por corregir los incentivos
El test de habilidades cognitivas de adultos, PIACC 2023 de la OCDE, volvió a mostrar una realidad dramática
El test de habilidades cognitivas de adultos, PIACC 2023 de la OCDE, volvió a mostrar una realidad dramática. Chile tuvo los puntajes más bajos en habilidades lingüísticas y matemáticas entre los países evaluados, sin mejoras desde 2019. En una era donde las habilidades son claves, los datos son preocupantes: en una escala de 5 niveles, en matemáticas, el 27% de los adultos chilenos está bajo el nivel 1 y el 29% en nivel 1; en la OCDE, estos porcentajes son 9% y 16%, respectivamente. En habilidades lingüísticas, la situación es apenas mejor: 26% bajo nivel 1 y 28% en nivel 1, versus 9% y 17% en el promedio OCDE.
El efecto de esos resultados es claro: el capital humano es actualmente el mayor obstáculo al desarrollo de nuestro país. Y no se trata de un problema de recursos; aunque somos de los países que más gastan en educación como proporción del PIB, tenemos los peores resultados cognitivos.
¿Qué hacer entonces? Hay muchas reformas necesarias, pero algo no tan complejo es cambiar la estructura de incentivos que guía decisiones de padres, colegios y universidades, muchas veces en contra de una mejor educación.
Partamos con el tránsito de la educación media a la superior. En Chile, por aspiraciones profesionales, de estatus y culturales, los padres buscan que sus hijos estudien carreras universitarias en instituciones prestigiosas. Para lograrlo, se requiere un promedio de notas de enseñanza media (NEM) alto y buen puntaje en la prueba de ingreso. El cambio de la antigua PAA por la PSU en 2003 fue negativo: segregaba y predecía mal el rendimiento universitario (correlación PSU-rendimiento: apenas 0,2). Además, amplificó las brechas socioeconómicas, aumentando la diferencia entre estudiantes ricos y pobres de 100 a 150 puntos, lo que llevó a sobrevalorar las notas escolares. Así, se generaron para los colegios incentivos a inflar el NEM, impulsados por la presión de los padres. En dos décadas, el NEM ha subido cerca de 0,7 décimas. Una muestra; mientras en 2012 hubo 767 alumnos con promedio 7, en 2022 fueron 3.547.
Los colegios, además, buscan maximizar puntajes en la prueba de selección, centrando sus contenidos y metodologías en ello. Dado el mal diseño de la PSU, los dos últimos años de enseñanza media han sido pobres en términos de desarrollo real del capital humano. La PAES actual mejora el diseño, pero el aumento de puntajes nacionales -de 200 hace una década a casi 2.000 en 2024- sugiere baja exigencia de esta última.
Esta situación se puede corregir sin grandes costos: urge mejorar el sistema de ingreso a la educación superior, para que la enseñanza media no se reduzca a notas infladas y preparación de pruebas de selección. Hay experiencia internacional suficiente para diseñar un mejor sistema.
Otro cambio necesario es redefinir el rol de los directivos escolares, hoy sobrecargados por normativas del ministerio, con poco espacio para liderar pedagógicamente. Es clave, además, recuperar la autoridad de los profesores en el aula, lo que requiere sanciones efectivas a los estudiantes, incluida la expulsión, hoy casi imposible. La frase destacada de un profesor el domingo en este diario: "Los que tienen el control hoy en el aula son los estudiantes" debe dejar de ser una patética realidad.
Lo anterior es posible bajo una dirección correcta. Es conocida la experiencia de los colegios de la Fundación Nocedal y Fundación Marcelo Astoreca, que en contextos muy vulnerables muestran resultados Simce similares o mejores que los de colegios particulares pagados. Aprender de esas experiencias es el mejor camino en pro de mayor equidad.
En la educación superior también se han deteriorado los incentivos a la exigencia académica. Pareciera que la inflación de notas no es exclusiva de la enseñanza media. Uno de los factores que apunta en esa dirección es la pérdida de la gratuidad cuando los alumnos se atrasan en las carreras, lo que incentiva a evitar la repitencia, a pesar de que puede ser necesaria. Algo similar ocurre con quienes estudian con CAE frente a promesas irresponsables de condonación: ¿Qué importa esforzarse menos y endeudarse más si finalmente "Moya" pagará la deuda? Es imprescindible rediseñar la política de gratuidad y créditos en una dirección distinta al FES propuesto por el Gobierno, que agrava los problemas de incentivos.
La conclusión es clara: si las políticas educacionales no consideran su efecto en el comportamiento de las personas, no solo seremos de los países que más gastan en educación, sino también uno de los que peor lo hacen, sin mejorar el capital humano, clave para mejores ingresos y calidad de vida.
EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR TAMBIÉN SE HAN DETERIORADO LOS INCENTIVOS A LA EXIGENCIA ACADÉMICA. PARECIERA QUE LA INFLACIÓN DE NOTAS NO ES EXCLUSIVA DE LA ENSEÑANZA MEDIA.