El programa impulsado por Inavi apuesta por una certificación voluntaria, que tiene como principal objetivo promover prácticas responsables en la producción vitivinícola desde una perspectiva medioambiental, social y económica
Cada vez más, los consumidores valoran productos con menor huella ambiental y procedentes de procesos responsables. Cada vez más, se vuelve necesario cuidar los suelos que hay en Uruguay. Cada vez más, es importante cuidar a quienes trabajan en el sector vitivinícola. Cada vez más, los vinos uruguayos pueden potenciarse para continuar creciendo en el mercado internacional.
Por este motivo, la vitivinicultura uruguaya está dando un paso firme hacia la sostenibilidad con el Programa de Viticultura Sostenible, una iniciativa voluntaria de certificación promovida por el Instituto Nacional de Vitivinicultura (Inavi) y auditada por LSQA. Su objetivo principal es promover prácticas responsables en la producción vitivinícola desde una perspectiva medioambiental, social y económica.
Todo comenzó en 2019 por iniciativa de los grupos Crea y la cooperativa Vicca y, hoy, seis años después, el programa se consolida en Inavi, alcanzando la certificación de 210 viñedos y 28 bodegas, lo que representa aproximadamente el 35 % de la superficie vitícola del país, destacó Agustina Clara, responsable del Programa de Viticultura Sostenible y Georreferenciación.
Producción responsable
El programa se creó no solo para impulsar el comercio internacional y potenciar la competitividad de los vinos uruguayos, sino, sobre todo, para cuidar el medioambiente, la economía y también a las personas que trabajan en el rubro. "Su objetivo es fomentar una viticultura respetuosa con el medioambiente, el bienestar laboral y la competitividad del sector", explicó Clara, quien agregó que este programa busca garantizar que los recursos naturales sean utilizados de manera responsable, pensando en el hoy, pero también en las futuras generaciones.
Una viticultura sostenible significa que los recursos que tenemos hoy deben ser utilizados de manera responsable, sin agotarlos, para poder dejárselos a las generaciones futuras
La certificación implica el cumplimiento de estrictas normativas que abarcan la gestión sostenible del suelo, la reducción en el uso de insumos agropecuarios, la capacitación de trabajadores y la trazabilidad total de la uva desde el viñedo hasta la bodega. Cada productor lleva un registro detallado de sus prácticas, lo que permite monitorear y auditar todas las etapas del proceso, según detalló Eduardo Felix, asesor técnico de Inavi.
En el programa existe además una normativa productiva y técnica elaborada por un comité técnico interinstitucional para cuidar el medioambiente. Esta normativa enriquecida por diferentes actores "adquiere un valor fundamental, ya que cuenta con la participación de instituciones y actores de todo el sector, quienes, en conjunto, han logrado que los productores interesados puedan implementarla", detalló Clara.
En este proceso están involucrados la Universidad de la República (Udelar) y la Facultad de Agronomía, también el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (Inia), el Inavi, el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (Mgap), Escuela de Vitivinicultura (UTU), representantes de viticultores y asesores técnicos, entre otros, permitiendo así que todas esas prácticas de manejo y cuidado puedan ser aplicadas a las condiciones de la viticultura que hay hoy. Además, se alinea con los principios de sostenibilidad de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV).
Sector en crecimiento
La implementación de prácticas sostenibles también genera beneficios económicos y sociales para el sector vitivinícola.
La reducción del uso de insumos agropecuarios disminuye los costos de producción y mejora la calidad del suelo, favoreciendo cosechas más saludables y resilientes. Además, la capacitación de los trabajadores y el cumplimiento de estándares laborales garantizan un entorno seguro y justo para quienes se desempeñan en la industria.
Por otra parte, el programa busca posicionar a Uruguay como un referente en la producción de vinos responsables. El consumidor es cada vez más consciente de la importancia de la sostenibilidad. Además, hay una creciente demanda internacional por productos más naturales y responsables. Por este motivo, contar con la certificación es un valor diferencial para los vinos uruguayos. "Tener este sello nos permite diferenciarnos y fortalecer nuestra presencia en mercados internacionales", agregó Clara.
Continuar creciendo
El Programa de Viticultura Sostenible continúa trabajando arduamente para mejorar la normativa e incluir a más productores. De esta forma se proyecta como un pilar fundamental para el futuro del sector en Uruguay, reafirmando su compromiso con la calidad, la innovación y la responsabilidad ambiental.
El comité interinstitucional busca actualizar y mejorar la norma, ya avalada por el Mgap, adaptándose a estándares internacionales y que así sea "comparable con normas de otros países donde la sostenibilidad en la viticultura es un pilar muy importante", adelantó Clara.
En tanto, se continúa con la investigación de prácticas que puedan mejorar la sostenibilidad en el viñedo con una aplicación de nuevas tecnologías que aporten también a la sostenibilidad. Y es que a medida que más viñedos y bodegas se suman a esta iniciativa, el país consolida su reputación como productor de vinos de alta calidad con un fuerte compromiso con la sostenibilidad.
La sostenibilidad está en un momento de expansión y profesionalización. Y va a crecer a medida que los consumidores sean conscientes de este programa y que sea valorado todo el trabajo y el valor agregado que se le da a ese sello
Cómo reconocer el sello y sumarse al plan sostenible
De las casi 6.000 hectáreas que están dedicadas a la viticultura en Uruguay, 2.200 ya tienen la certificación. Esto se logró en tan solo seis años y el objetivo es llegar a más. "Lo interesante que tiene el plan sostenible es que todos los consumidores van a poder identificar y acceder a este producto innovador y diferenciado en el Uruguay a través de un sello verde en las botellas", explicó Félix.
Ese sello es monitoreado y controlado por Inavi. Una vez que LSQA certifica por escrito que cada bodega ha validado la cadena de custodia, el programa procede a entregar a los productores, en función de los litros controlados, la cantidad de sticker para colocar en las botellas.
Los inspectores de Inavi, a su vez, recorren todos los puntos de venta para chequear que ese sticker esté colocado correctamente y solamente por las bodegas que lograron la certificación.
Ahora bien, ¿cómo identificar un producto de una vitivinícola sostenible? Las botellas tienen un sticker redondo de 1 cm y medio verde, que en general está colocado en el cuello de la misma.
¿Quiénes pueden sumarse a este programa? El Programa de Viticultura Sostenible es de participación voluntaria, lo que permite a cualquier productor que desee unirse pueda hacerlo. Además, todos los productores de Uruguay pueden ser parte sin necesariamente lograr la certificación el primer año: "Se pueden inscribir y le damos el tiempo y seguimiento para que puedan ir cumpliendo los requisitos que permitan obtener el sello", detalló Clara.