Un reto formidable
Ricardo Villaveces P
Ricardo Villaveces P.
Es vergonzoso que el país tenga que estarse preguntando si su presidente es un adicto, no tanto por el hecho de estar consumiendo, que ya sería muy preocupante, sino porque la incoherencia de sus discursos, sus mensajes y planteamientos muestran una desconexión con la realidad y unos efectos muy inquietantes en alguien que tiene en sus manos el destino del país. Es cierto que hay mandatarios que han ejercido su cargo bajo el influjo del alcohol o de las drogas. Bien conocido fue el caso de Churchill, o de Kennedy, que tenía que usar fuertes opiaceos por cuenta de los dolores que experimentaba por un accidente en su juventud. La presencia de esas sustancias no les impidió actuar como grandes líderes y ejecutores en momentos críticos. Como bien, lo afirma Carlos Granés, los problemas de Petro van mucho más allá de sus posibles adicciones y, lo que ha demostrado, es que es un político hábil, pero obnubilado con la ideología, además de ser un incompetente como administrador público. Su ideología, de otra parte, no es el resultado de una concepción coherente de la historia, ni de la sociedad o de la filosofía, sino el producto de lo que Granes denomina "un sancocho de referencias literarias e históricas indigerible". Si a esto se le suma el creerse la encarnación de Aureliano Buendía, o presentarse como un "líder galáctico" llamado a salvar al planeta de su extinción, la situación deja mucho en que pensar. Ha demostrado su incapacidad como administrador público, y para conformar equipos que le den consistencia a sus ocurrencias y el resultado es un caos permanente. Cómo si lo anterior, no fuera suficientemente, la corrupción está por muchos lados de su gobierno y él pretendido ‘Gobierno del Cambio’ ha caído en los mismos vicios y prácticas que rechazaba para lograr sus objetivos. Agitación es lo que sabe hacer Petro, y quienes lo rodean y, hay que reconocerlo, han sido efectivos y han logrado un nivel de aprobación en las encuestas de opinión que convierte al Pacto Histórico en una opción viable para las elecciones de 2026. Ya es hora, entonces, de qué la oposición y todos aquellos que piensen distinto a los hinchas del petrismo dejen a un lado sus egos y empiecen a alinear sus posiciones para apoyar a quien sea una alterativa viable para reconstruir un país que se va a recibir en condiciones lamentables, después de la desastrosa gestión de Petro. El, es cierto, visibilizó problemas de todo tipo a los que el país no le estaba dando la importancia y atención que requerían. No se trata entonces de volver al pasado, sino de impulsar a Colombia en todas sus dimensiones. Será, entonces, un reto formidable. No sólo reconstruir todo lo que este gobierno ha dañado, sino atender debidamente muchos frentes.
Consultor privado.