Mi candidato ideal

Desde hace varias décadas he tenido el privilegio de ser columnista de opinión en este diario. Me he ocupado particularmente de temas atinentes a la salud y a la educación. El tema político lo he trajinado de manera ocasional, no porque lo considere intrascendente, sino porque no he sido político de profesión y me da temor involucrarme en él. En este 2025, antesala de las elecciones, el avispero político se halla alborotado. La política ha invadido todos los sectores, nadie escapa a su contagio. La situación convulsionada del país y su futuro incierto hacen inevitable que sea así. En cuanto a mí respecta, me siento contagiado y hondamente preocupado. Por eso aprovecho esta columna para darles cauce a mis inquietudes. Sí, el momento que atraviesa Colombia es de verdad alarmante. Todo se halla descuadernado, confuso. El gobierno actual va a dejar el país en condiciones críticas, lo cual obliga a pensar que para quien lo reciba no va a ser tarea fácil enderezar el rumbo. Muchos son los que aspiran a suceder al actual presidente, pero se requiere alguien especial, alguien fuera de lo común, que sea prenda de garantía para superar el atolladero en que nos encontramos. Sirviéndome de la linterna de Diógenes -con la que buscaba un hombre honesto-, he repasado el escenario nacional esperando encontrar el hombre o la mujer que lo sea y llene otros requisitos: hoja de vida intachable, excelente imagen pública, de carácter firme, haberle prestado invaluables servicios al país, experiencia en el manejo de asuntos de Estado, sensible frente a las injusticias sociales, no estar hipotecado con ningún partido político -por estar desprestigiados-, pero ser politólogo, es decir, conocedor de la teoría política; finalmente, estar en disposición de prestar su concurso al bien de Colombia. Examinada su trayectoria, creo haber encontrado a ese personaje: el general (r) bogotano Óscar Naranjo Trujillo. Aunque hace poco manifestó no tener pretensiones políticas, creo que no se negaría a ponerse nuevamente al servicio de su patria. Frisando actualmente en los 69 años, Óscar Naranjo estuvo vinculado a la Policía Nacional durante más de tres décadas, solicitando su retiro en el 2012, cuando era general de cuatro soles. Tan brillante fue su paso por esa institución que se le catalogó como el "Mejor Policía del Mundo". Perteneció a aquella élite de militares que, como decía Miguel Ángel Asturias en su libro El señor presidente, piensan con la cabeza y no con el quepis. Por solicitud del presidente de México Enrique Peña Nieto fue llamado para dirigir el Instituto Latinoamericano de Ciudadanía, creado para cambiar la cultura de la ilegalidad; agregado en la embajada de Colombia en el Reino Unido; director de Inteligencia y Contrainteligencia de la Policía; en el 2013 formó parte de la junta directiva de la Fundación Buen Gobierno, creada por el presidente Santos; negociador plenipotenciario en el proceso de paz con las Farc desde sus inicios; ministro consejero de la Presidencia para el Postconflicto, Derechos Humanos y Seguridad; su participación fue determinante en el final de Gonzalo Rodríguez Gacha, ‘el Mexicano’, y de Pablo Escobar Gaviria, tal como lo registró en su libro El derrumbe de Pablo Escobar; el Congreso de la República lo distinguió con la Orden de la Democracia, con la Cruz de Caballero y con la Orden de Comendador; la Andi le concedió la Orden al Mérito Empresarial ‘José Gutiérrez Gómez’; finalmente, en el 2017 se desempeñó como vicepresidente de la República. No conozco personalmente al general Naranjo. Seguía sus ejecutorias a través de los medios, percatándome de que era un personaje importante y respetado por todos en el ámbito nacional e internacional. Los comentarios que de él se hacían le eran favorables. Quizás sea atrevido tomar su nombre sin su consentimiento para incluirlo en la baraja de candidatos, pero, en medio de la confusión y la perplejidad reinantes, lo hago convencido de que es la persona indicada para dirigir los destinos de Colombia. Ojalá mi propuesta tenga buen recibo de parte suya, como también de la mayoría de la opinión. Entonces podríamos dormir tranquilos.
Óscar Naranjo
Fernando Sánchez Torres
En medio de la confusión y la perplejidad reinantes, estoy convencido de que él es la persona indicada para dirigir los destinos de Colombia.