Domingo, 06 de Julio de 2025

Cavilaciones de un socialdemócrata

ChileEl Mercurio, Chile 5 de julio de 2025

Soy socialdemócrata

Soy socialdemócrata. Me encuentro apaleado, temo quedarme sin representación política.
Si me defino como socialdemócrata es porque, antes, soy liberal. Me parece que la tarea política consiste en permitir a toda persona realizar su propio plan de vida. Me hace peso el vocablo "toda" en ese aserto. De allí que entienda que la tarea prioritaria de la vida colectiva sea apuntalar, desde la infancia, a quienes tienen menos oportunidades de llevar a cabo la vida que desean. La derecha dice que eso se logra con desarrollo; la izquierda, con igualdad. Por mi parte, pienso que la piedra angular es la cohesión social. Estoy convencido de que sin ella se nos hace muy difícil el desarrollo y la igualdad; y que, por el contrario, si construimos cohesión social, ambos objetivos se harán más fáciles de alcanzar. Pero veo que esa cohesión, esa empatía social, es muy difícil en un Chile con una educación fragmentada, con barrios segmentados, cuando casi todo nos divide en clases sociales que se topan poco.
Me encuentro apaleado. Esta no es una derrota cualquiera; esta reordenará el naipe. El Partido Socialista, el primer gran pilar del Socialismo Democrático que se eclipsa, corre cómodo a abrazarse con el PC. Deja atrás, sin mayor pena, el liberalismo del PPD y el socialcristianismo de la DC. Parte de su electorado nunca se debe haber sentido cómodo liderado por los ex-Mapu y en yunta con la DC; menos aún con el FA que les daban lecciones morales y hasta les humillaba. Se encontrarán, al menos por un tiempo, muy cómodos con el PC, su aliado histórico, que ciertamente los recibirá con los brazos abiertos y les dará buen trato. El PS vuelve a su viejo domicilio.
Para la DC, el otro gran pilar del Socialismo Democrático, la decisión es entre dos alternativas igualmente ruinosas. O salva a sus parlamentarios, al precio de dejarse llevar por una corriente en que no logrará sacar su propia voz, u opta por un camino propio, que la puede dejar igualmente muda, sin voz en el Congreso.
A los socialdemócratas se nos pregunta a qué candidata apoyaremos. Responder esa pregunta no nos sacará del pantano. Algunos de nosotros se unen, más o menos entusiastamente, a Matthei. Invitan al resto a no seguir en la rencilla y el clivaje que resultó del Golpe. A mí lo que más me aleja de la derecha es que no la veo motivada a construir un país cohesionado. Los ricos, que tanto influyen en ese sector político, no han hecho otra cosa que huir de los pobres, de sus barrios, de lugares comunes de trabajo, de balnearios compartidos. Desde lugares alejados, desde una educación y una salud distinta y sin andar en transporte público, es muy difícil salir a la búsqueda de una cohesión social que -hasta donde se puede- se repudia como elección de vida. Entiendo votar por Matthei en primera vuelta para que no llegue Kast a la segunda, pero no veo espacio a la socialdemocracia en esta derecha.
Jara es una candidata formidable. Su arrastre no proviene del fondo de su mensaje, sino de su forma. No da lecciones, no trata a su auditorio como mentes vacías a quienes se debe enseñar y convencer. No agota con esos discursos aleccionadores, tan enfáticos como vacíos, a que nos tienen acostumbrados. No me pierdo que su norte es caminar gradualmente a lo que los comunistas llaman una democracia más avanzada y que, si llega a gobernar, en el mejor de los casos, serán cuatro años perdidos para el desarrollo, la igualdad y la cohesión.
No. Tampoco veo a la socialdemocracia en el nuevo clivaje de la izquierda, por mucho que, tácticamente, se modere. Sin embargo, me parece que el estilo de Jara, con el que ya logró lo que nunca un militante comunista, contiene una lección política formidable para todos. Ese aproximarse a la gente sin arrogancia paternal y a los que piensan distinto sin la pierna en alto; esa modestia -fingida o real, no importa- es algo que prendió y seguirá prendiendo en una sociedad que está sedienta -creo- de mayor horizontalidad.
No es la simpatía de la candidata la causa del huracán del 29 y la identificación popular con ella se queda corta para explicarla. La razón más fuerte es la empatía de Jara, su capacidad de situarse a la misma altura de la audiencia, la horizontalidad, que tan naturalmente le resulta. Es probable que la sociedad chilena esté buscando políticos que no le hablen desde el Olimpo. La esperanza para lo que quede del Socialismo Democrático no está en apoyar a una u otra de las candidatas, pero sí puede estar en aprender de la razón por la que ha ganado Jara.
NADA GANA LA SOCIALDEMOCRACIA APOYANDO UNA U OTRA CANDIDATURA. SÍ PUDE HACERLO APRENDIENDO DEL ESTILO QUE LE DIO EL TRIUNFO A JARA.
JORGE CORREA SUTIL
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