Viernes, 18 de Julio de 2025

Un club envenenado

ChileEl Mercurio, Chile 17 de julio de 2025

Colo Colo está sumergido en un pozo intoxicado por los líos, por las malas decisiones, por la imprudencia e irresponsabilidad

Colo Colo está sumergido en un pozo intoxicado por los líos, por las malas decisiones, por la imprudencia e irresponsabilidad. Por los egos elefantiásicos, el poder insaciable y la fractura insanable de la mesa ejecutiva que dirige el club.
Justo en el año del centenario, que se había planificado para que fuera el más inolvidable de la historia alba -se realizó una inversión nunca vista: el costo mensual del plantel supera los mil millones de pesos-, se ha convertido en una temporada deplorable, abundante en conflictos, con grescas vergonzosas entre los dirigentes y hasta la promesa de un nuevo estadio que se voceó con altisonancia sin importar la desilusión y el descrédito que provocan los anuncios sin espaldas.
Pero nadie aportó más para el descalabro que los jugadores. Por sus rendimientos decepcionantes en la mayoría de los casos. Y con agravantes: fueron altaneros y desafiantes en la derrota. Nunca un reconocimiento, una pizca de modestia por los errores de comportamiento. En la cancha y fuera de ella. Por eso fue muy valiente Esteban Pavez, quien aun sabiendo las consecuencias, intentó frenar esa relación espuria que establecen los futbolistas con los barristas.
El corolario de la ineficiencia es lo que ocurre con el DT Jorge Almirón, cuya permanencia es insostenible y hasta inexplicable por el decreciente nivel del equipo, por su incapacidad para sacarlo del atolladero y por sus señales de indolencia desde que le enseñaron la puerta de salida. Sin embargo, ahí sigue Almirón, incólume, como cabeza de un club que le retiró la confianza y el aprecio técnico. Peor: que comunicó públicamente su despido.
No es necesario asistir a un taller de empatía para comprender la posición del DT, quien solo partirá si le pagan "lo que corresponde" de su indemnización: US$ 3 millones inicialmente, él se bajó a US$ 2 millones y el club le ofreció US$ 1,2 millones.
Hay que ponerse en los zapatos de Almirón para intuir su conducta. Pero entenderla no significa justificarla, porque la dignidad no tiene precio. Y la consideración por el oficio tampoco. Reconociendo que el pecado original lo cometió su impulsivo jefe directivo, Almirón debió insistir en negociar su salida para evitar el respeto que se ha faltado a sí mismo.
Conviene reiterar, sin embargo, que el problema de fondo no es el técnico. Es probable que finalmente Almirón acuerde el adiós que le piden a gritos, pero eso no va a superar la falla estructural de Colo Colo mientras cohabiten esos dos mundos opuestos, deshermanados e irreconciliables, en que la alegría de unos es la amargura de otros, y viceversa. Blanco y Negro funciona como una sociedad disociada, lesiva para los intereses del club que dice espolear y cada vez más lejos de sus desencantados seguidores.
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