Tras superar un burnout, el actor y comunicador volvió a sus raíces y reflotó "El Reverendo". Además, celebra 20 años en tele y casi 30 en radio, mientras se aleja del Carnaval. De todo eso habló con El País.
El pasado junio, un burnout obligó a Christian Font a frenar. Los intensos días de rodaje de la película Barreda (que se estrenará próximamente en Prime Video) y una serie que aún no puede mencionar, se combinaron con las filmaciones de Tu cara me suena y La culpa es de Colón ambos para La Tele, las horas de radio en La Pecera (Azul FM), dos obras en cartel (Fracasados y Veo a Umberto), las clases en la Universidad Católica, y el cuerpo le pasó factura.
"Estaba física y mentalmente agotado. Aproveché el receso de la universidad para quedarme más en casa y bajar un cambio. Volví a meditar, a terapia e intenté reordenar", dice a El País. Durante ese reseteo, se topó con grabaciones viejas que su padre había guardado de su columna en Mundo Cañón (X FM) y con un folleto de El Reverendo, ese unipersonal que estrenó hace 20 años en Old' Maz, una casa de comedia que existió en la calle 21 de Setiembre.
Ese espectáculo vanguardista, que llevaba el rótulo de stand up comedy en tiempos en que el género aún no existía en Uruguay, duró apenas dos meses en cartel y lo vieron pocas personas.
El show, inspirado en los unipersonales que veía en Buenos Aires, cuando cruzaba el charco todas las semanas para hacer Rock and roll del arrabal por Radio Palermo, pasó sin pena ni gloria. "Fue totalmente marginal", admite Font, quien decidió reflotarlo con el fin de reivindicar su magia.
Al toparse con ese material antiguo, experimentó cierto vértigo: no solo habían pasado dos décadas desde su primer unipersonal, sino que en diciembre cumplirá 20 años en televisión (debutó en Planta Baja por Canal 12) y en 2026 celebrará 30 años en radio.
Reflotarlo, comenta, es un pretexto para repensar el lugar desde el cual hace humor hoy. Pero, además, es una forma de celebrar esos aniversarios. "Es un regalo que me quiero hacer, y sobre todo, a ese gurí que viajaba los miércoles de noche a Buenos Aires para hacer radio y escribía chistes en un cuaderno", reflexiona sobre un pasado en el que convivían la conducción en Radio Palermo y su trabajo en un video club.
La cita para ver El Reverendo es el 6 de setiembre en la Sala Cantegril, en Maldonado. Será un show nuevo, actualizado al presente: "Releí el original y lo hice de cero. Es un Reverendo con redes sociales, atravesado por la Inteligencia Artificial y con otro humor", adelanta.
Las entradas pueden comprarse en la boletería o reservarse llamando al 095 388 001. El plan es hacer más funciones, y está abierto a las invitaciones que puedan surgir, ya sea en teatro, salas barriales o boliches.
Este espectáculo, anticipa, será el primero de otros regalos. Font quiere darse la posibilidad de embarcarse en nuevos proyectos. Le gustaría probarse en el late night show y hacer un podcast que mezcle bienestar y entretenimiento. Su plan es contar experiencias personales que lo ayudaron a mejorar su estado anímico.
Lejos de Dios Momo
Años atrás, Sábado Show publicó un perfil de este actor, comunicador y crítico de cine, donde su madre contaba que, desde que eligió su nombre, supo que lo vería escrito en carteles. Así que le agregó una "h" para darle más estilo. A Christian Font le parece muy pretencioso, aunque reconoce que, de niño soñaba con ser guitarrista, actuar en películas, conducir en radio y tele. "He hecho todo lo que imaginé", sintetiza.
Sus padres eran músicos, y solito agarró la guitarra a los 10 años, después de quedarse hipnotizado escuchando los primeros acordes de "The Magical Mystery Tour", la magistral obra de los Beatles. Le debe al arte mucho más que su vocación: las canciones, las películas y las clases de teatro le salvaron la cabeza cuando, a los 14 años, atravesó dos tragedias con pocos meses de diferencia.
Primero, su mundo se derrumbó con la separación inesperada de sus padres. Pero lo peor vino con la muerte de Sebastián, uno de sus mejores amigos."Me sentí desamparado y eché mano a todo lo que me pudiera sacar de ese momento", recuerda.
Encontró un refugio en el grupo de teatro de AEBU, donde conoció a Jorge Esmoris y su antimurga BCG. A los 15 años, colaboró desde la platea del Teatro de Verano con los murguistas y quedó atrapado por el Carnaval: "La BCG lo tenía todo, y años después la supe integrar", cuenta.
Hoy, sin embargo, ya no está enamorado del Carnaval. Su última experiencia fue con Momosapiens, en 2024, y no sabe si volverá. Confiesa que no extraña, porque aquello que lo entusiasmaba de esta fiesta popular "lo imperfecto y artesanal" ya no lo encuentra.
¿Qué te desencantó de la murga? Creo que perdió la intuición. Tiene un discurso muy condicionado por el hashtag, y no me gusta la murga del algoritmo, ni que el espectáculo sea una suma de memes cantados. Se ha vuelto muy concurso-céntrica, y el Carnaval que me interesa es el que pasa en los barrios
El monólogo que nació en un barco
Sus inicios en la radio tienen mucho de romanticismo. A los 16 años, su fanatismo por Una noche de locos, el programa de Eduardo Rivero en CX26, era tal que se bajaba del ómnibus para buscar un teléfono público y participar de las consignas.
Font ya era un lector empedernido, tenía una memoria infalible y fue ganando más minutos al aire. Hasta que un día, Rivero lo sorprendió diciéndole que fuera a la radio, que tenía una idea para un personaje. "Quedé eléctrico, estaba en sexto de liceo. Cuando me contó la idea, era un delirio: un crítico de cine empeñado en pasar películas por radio", relata.
Así nació Eugenio (su segundo nombre) Garpandi. Lo que comenzó como una participación semanal, pronto se convirtió en algo más grande. Rivero le ofreció conducir el programa durante su licencia, y Font pasó seis años en ese espacio.
En 2005, arrancó un nuevo capítulo: conoció al argentino Luis Calcagno, quien lo invitó a Buenos Aires para grabar un piloto de radio. El programa Rock and roll del arrabal le abrió las puertas del dial en la vecina orilla. A los 26 años, alternaba su trabajo en el video club con sus viajes a la capital porteña, donde comenzó a recorrer el circuito de stand up.
"En los tramos largos del barco empecé a escribir un monólogo, y así surgió El Reverendo", cuenta sobre este unipersonal que repondrá el 6 de setiembre. El personaje está inspirado en el cura de la iglesia Santa Bernardita, en Malvín, a quien observaba mientras tocaba la guitarra en las misas de los domingos.
"El párroco incorporaba humor para mantener la atención de los fieles, y me imaginé un cura capaz de hacer una reflexión sobre la humanidad y el absurdo cotidiano", cuenta.
Pudiste haber hecho carrera en Buenos Aires, ¿qué pasó? Cuando terminó El Reverendo, en 2005, tenía que decicir si quedarme en Uruguay o probar suerte en Buenos Aires, donde empezaban a surgir oportunidades. Quemé una última ficha y llamé a la productora Contenidos (hoy es Kubrick). Les dije que si no conseguía trabajo me iba a ir a Buenos Aires. Me pidieron que fuera a hacer una prueba. Esa misma noche se entregaban los premios Florencio, fui al Solís, hice las notas, y a los pocos días estaba trabajando en Planta Baja.
https://www.youtube.com/watch?v=jruV25JOcS0 Definiste Tu cara me suena como una gran aventura. ¿Qué tuvo de especial el desafío? Tuve la posibilidad de aprender muchísimo, de probarme como imitador con un trabajo de caracterización alucinante. Fue un esfuerzo grande y es una de las experiencias más lindas que he tenido en televisión.
Tuviste una participación en El aroma del pasto recién cortado, de Celina Murga, ¿fue un lujo que te diste? Sí, fue mi tercera película, después de Otra historia del Mundo (2017) y La teoría de los vidrios rotos (2021). Aunque mi rol fue muy lateral, me dejó feliz que Martin Scorsese se sumó como productor. Para un cinéfilo, que uno de los grandes maestros vea algo en lo que estás trabajando es increíble.
¿Hoy estás en el lugar donde querías estar? Sí, estoy disfrutando de un momento en el que ya no tengo que explicar quién soy y qué hago. Cuando empecé se valoraba más la especialización y mi perfil generó ciertos conflictos porque convivía el conductor de radio, de tele, el murguista, el actor, humorista, crítico de cine. Hoy logré integrar todo eso bajo la noción de entretenimiento, que es en lo que creo. Me siento en paz y estoy donde quiero estar.