Martes, 02 de Septiembre de 2025

Cicatrices elefantes y sesgos

UruguayEl País, Uruguay 2 de septiembre de 2025

Tomar consciencia de cómo nuestras creencias y sesgos influyen en nuestra percepción, nos permite ser protagonistas de nuestra mente.

Quizás escuchaste el cuento de una mujer que, mientras caminaba por un zoológico, vio que los elefantes estaban asegurados sólo con una cuerda atada a uno de sus tobillos. Asombrada porque estas enormes criaturas podían liberarse fácilmente, le preguntó a uno de los cuidadores por qué no intentaban romper la cuerda y huir. El cuidador explicó: "Cuando los elefantes eran pequeños usábamos la misma cuerda para atarlos. A medida que crecieron, siguieron creyendo que la cuerda podía retenerlos, así que nunca más intentaron liberarse".

Ahora imaginá esta escena: un grupo de personas participa de un experimento social en el que van a una entrevista de trabajo. Antes de entrar, maquilladores les dibujan cicatrices faciales monstruosas y les muestran el resultado en un espejo. Justo antes de la entrevista, les dicen que les van a retocar el maquillaje pero en verdad les retiran por completo la cicatriz, sin que las personas se den cuenta.

Tras la entrevista, la mayoría de los participantes aseguraron que se habían sentido discriminados por su apariencia, notando incomodidad y rechazo en los entrevistadores. Cuando le preguntaron a estos últimos, afirmaron que los candidatos parecían inseguros, tensos y acomplejados y eso restó puntos a su valoración.

Este estudio, realizado en 1980 por los psicólogos Kleck y Strenta en la Universidad de Dartmouth, muestra cómo nuestras creencias influyen en lo que vivimos. Al igual que el cuento de los elefantes. La explicación científica es fascinante: nuestra mente, guiada por sesgos cognitivos, distorsiona la realidad moldeando nuestras emociones, nuestro comportamiento y la forma como nos relacionamos.

En este caso vemos lo que se conoce como sesgo de confirmación: nuestras expectativas actúan como un filtro que selecciona la información que confirma lo que creemos y descarta la que no encaja. Por ejemplo, si nos sentimos inseguros sobre algo, tendemos a interpretar señales del entorno que confirman esa inseguridad, convirtiéndolo en una profecía autocumplida. Por eso también, dos personas pueden estar exactamente en el mismo evento pero verlo de manera completamente diferente.

Y eso es muy peligroso. Porque, como los elefantes, nos convencemos de que estamos estancados, pero es nuestra mente la que nos frena. O muchas veces nos convencemos de que no conseguimos un trabajo, por las razones equivocadas.

Pensemos también en todos esos mensajes conscientes o inconscientes que le transmitimos a los jóvenes, muchas veces queriendo protegerlos. Por ejemplo, cuando buscando luchar por la igualdad de oportunidades, les transmitimos que los pueden discriminar por su color de piel, sexo, orientación sexual u origen socioeconómico. Cuánto de todo eso va a influir en cómo creen que el mundo los trata, reforzando inconscientemente una mentalidad de víctima en lugar de empoderarlos para salir adelante.

Tomar consciencia de cómo nuestras creencias y sesgos influyen en nuestra percepción, nos permite ser protagonistas de nuestra mente en lugar de encerrarnos en limitaciones autoimpuestas. Empezando por cuestionar nuestras propias creencias, para luego cuidar cómo transmitimos a las futuras generaciones un mensaje de confianza y no de limitación.
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