Lunes, 08 de Septiembre de 2025

Cazando camaleones

ColombiaEl Tiempo, Colombia 6 de septiembre de 2025

Gabriel García Márquez decía: "Un escritor tiene la obligación de escribir bien"

Gabriel García Márquez decía: "Un escritor tiene la obligación de escribir bien". La frase parece de cajón, pero en tiempos de ruido digital se convierte en advertencia. Hoy, cualquiera escribe. En redes sociales se disparan frases como piedras digitales, duras, filosas, explosivas. Jueces improvisados, dirigentes de opinión y provocadores de oficio confunden la libertad de expresión con el derecho a la agresión. En medio de ese estruendo, escribir bien es imperativo. ¿Pero qué significa escribir bien? Puede tener muchas acepciones -dominar la gramática, cuidar la ortografía, embellecer con estilo-, pero en este tiempo digital de comunicación abierta debería significar al menos una cosa: escribir con honestidad. Porque una opinión escrita no desaparece, queda ahí, fija, testigo de lo que pensamos y sentimos. Y si no nace de una verdad interior, se convierte en un arma que hiere a otros o en un búmeran que se devuelve contra quien la lanza. Escribir bien requiere, entonces, escribir con argumentos, con claridad, con respeto; reconocer que hay varias orillas y que ninguna debería llevarnos a destruirnos entre nosotros mismos. La libertad de escribir es innegociable, pero exige una ética básica, dejar en libertad al lector. No imponerle una verdad única ni manipularlo con artificios. La escritura es un diálogo, no una trampa. Y, sin embargo, ese diálogo está sitiado en la actualidad por camaleones digitales. Personajes que cambian de piel según la ocasión; hoy indignados, mañana expertos, pasado mañana moralistas. Se pintan de colores brillantes para atraer miradas, pero al acercarnos descubrimos su verdadera forma, simples lagartos verdes con intenciones ocultas. Y potencian su voz con el mal uso de la tecnología. A su alrededor liberan ejércitos de pequeños camaleones mecánicos, bots maliciosos. Estos no sienten, repiten lo que alguien les programó. Parecen juguetes inofensivos, pero cuando se programan para dar mensajes negativos se multiplican y distorsionan el paisaje entero, inflan tendencias, fabrican consensos y convierten la mentira en un ruido ensordecedor. Los datos lo muestran. Imperva, un observatorio técnico del ecosistema digital, reveló que en 2024 más de la mitad del tráfico en internet no fue humano. Por primera vez en una década, las máquinas superaron a las personas. El 51 % del tráfico fue automatizado, y de ese total, los llamados bots malignos representaron el 37%. En otras palabras, muchas veces, cuando creemos estar en un debate ciudadano, discutimos con un ejército de camaleones mecánicos. Y lo más inquietante es que las propias plataformas refuerzan la ilusión; mientras más tiempo miramos un contenido, más nos lo repiten, hasta instalarlo como "la verdad". Por eso necesitamos cazadores de camaleones; lectores críticos que no se dejen encandilar por colores prestados ni por repeticiones mecánicas. Lectores capaces de separar rumor de hecho, propaganda de reflexión, opinión pagada de palabra libre. Su tarea es desenmascarar al camaleón traicionero que aparenta honestidad, pero escribe con malicia. Porque escribir bien no es maquillar ni censurar. Escribir bien es ejercer la palabra con integridad, que ilumine y no encadene, que provoque reflexión sin cercenar la libertad. Escribir bien -como lo percibo desde la pregunta de Gabo- es, sobre todo, un acto de respeto por el lector y por la posibilidad de comprendernos como sociedad. Y en medio del ruido, cuando los camaleones sigan intentando disfrazarse, la escritura honesta será siempre la mejor arma para cazarlos una palabra clara que dé sentido reflexivo, que guíe al lector hasta que se convierta en cazador. Porque en las redes no todo es real, hay guiones, hay generadores de contenido, hay escenas montadas. Es como en la televisión, ¿quién de nosotros confunde una telenovela con la vida real? La diferencia es que en el mundo digital olvidamos esa distancia crítica y terminamos creyendo que los vistosos colores de los camaleones son verdad.
Escribir bien
Patricia Rincón Mazo
Escribir bien no es maquillar ni censurar. Escribir bien es ejercer la palabra con integridad, que ilumine y no encadene, que provoque reflexión sin cercenar la libertad.
La Nación Argentina O Globo Brasil El Mercurio Chile
El Tiempo Colombia La Nación Costa Rica La Prensa Gráfica El Salvador
El Universal México El Comercio Perú El Nuevo Dia Puerto Rico
Listin Diario República
Dominicana
El País Uruguay El Nacional Venezuela