Nuestro comercio exterior
En vez de sincerar la situación y plantearnos retomar nuestra soberanía en este asunto, nos escondemos tras discursos de solidaridad latinoamericanista completamente equivocados.
En julio pasado este diario publicó una entrevista a Isidoro Hodara, uno de los expertos más importantes de las últimas tres décadas en comercio internacional del Uruguay, tanto porque ocupó lugares de responsabilidad política como porque desde la academia formó a varias generaciones de profesionales en esa área. En tiempos en los que cruje la escena mundial por causa de iniciativas unilaterales como las del presidente de Estados Unidos, y en los que parecen divergir fuertemente las estrategias de Brasil y de Argentina en sus énfasis comerciales, importa mucho prestar atención a las perspectivas de largo plazo planteadas por Hodara.
En primer lugar, Hodara destaca que precisamos recuperar nuestra soberanía comercial, sobre todo a la luz de la evolución del Mercosur. Recuerda que en los primeros años de la década de los noventa el proceso fue positivo: cada uno de los sectores de producción industrial o agrícola "acomodó el cuerpo" para cuando llegara el tiempo del fin de la protección arancelaria en la zona Mercosur. Pero luego de esa etapa, de la que nos separan ya cerca de tres décadas, empezaron fuertes incumplimientos: lo convenido a veces quedó de lado. Es que, como bien señala Hodara, las economías cerradas como la argentina y la brasileña no se abren fácilmente al ímpetu comercial de sus vecinos, así sean ellos de escala modesta como comparativamente es el caso uruguayo.
En segundo lugar y vinculado a ese problema de soberanía, está el decidido veto que han manejado Buenos Aires y Brasilia con relación a nuestra apertura a terceros países. Hodara recuerda los pormenores de las posibilidades que se terminaron perdiendo en torno al tratado de libre comercio con Estados Unidos. El episodio más trágico fue sin duda en 2006, cuando el por entonces canciller Gargano buscó la intervención de su par brasileño, quien llegó a Montevideo para presionar al gobierno de manera de impedir avanzar en ese tratado: una vergüenza de raíz cisplatina que no está de más recordar en este año del Bicentenario de la independencia nacional.
De manera general ese veto de nuestros vecinos nos ha seguido perjudicando hasta el día de hoy, como ha sido el caso, por ejemplo, para nuestra potencial apertura bilateral con China. En vez de sincerar la situación y plantearnos claramente retomar nuestra soberanía en este asunto, nos escondemos tras discursos de solidaridad latinoamericanista completamente equivocados: ahí está, por ejemplo, el seguidismo actual de nuestra cancillería a todas las posiciones más importantes de la cancillería brasileña a nivel internacional.
En tercer lugar, Hodara deja planteado un tema clave: en vez de "querer cambiar al Mercosur, que es un chiche que no nos pertenece, porque fue hecho a la medida de los dos vecinos mayores, deberíamos buscar algunas ventanas que nos permitan abrirnos". La opción más a mano y más importante es promover nuestra integración al CPTPP, es decir el Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico, que es un acuerdo comercial firmado por países muy relevantes para nuestras exportaciones, como por ejemplo Malasia o Vietnam, de manera de facilitar el comercio de bienes y servicios y atraer inversiones. Como bien recuerda Hodara, no hay nada que negociar ni hay nada que el Parlamento pueda modificar: es una adhesión a ciertas reglas de juego y por tanto no se trata de un tratado de libre comercio con tal o cual país, de esos que los brasileños prefieren que no firmemos.
Si hay un tema comercial que el país merece poner como primer prioridad para nuestro crecimiento económico es este del CPTPP. La administración anterior dejó la puerta abierta y el camino avanzado; y hay países de la región, como Chile, que además han empujado nuestra candidatura a integrarnos a esa vasta área de predominio del Pacífico. Precisamos entonces, en concordancia con el buen diagnóstico de Hodara y sobre todo pensando en nuestras necesidades comerciales, que haya un sentido de unidad política en este asunto de posicionamiento exterior: que la oposición, formada por los partidos de la Coalición Republicana, exprese claramente al gobierno que están sus votos en el Parlamento para avanzar en esto y que está su apoyo radical para que podamos abrirnos a esas economías pujantes del mundo.
Voces de experiencia, como la de Hodara, y realidades de desarrollos concretos, como el caso del CPTPP, exigen que haya unidad para abrir nuestra política exterior. Es posible y necesario para nuestro desarrollo. Es tiempo de hacerlo.