Todo por los peluditos
Hace poco casi me muerde un perro
Hace poco casi me muerde un perro. Ni idea de qué raza era, solo recuerdo que iba por la calle y de una puerta salió un hombre con el animal en cuestión, que al verme se me fue encima ladrando. Por fortuna, el dueño reaccionó y lo jaló de la correa, y cuando le dije que una mascota así no debería andar sin bozal, me respondió que tenía uno, pero que lo había roto. Luego emprendió su camino con rumbo desconocido. Dos años antes ya me había mordido uno, rompiéndome el jean apenas, pero la abuela de una amiga no corrió con la misma suerte, y mientras estaba en el parque se le acercó uno que la tumbó y le rompió la pelvis, lo que la mandó a urgencias. Además de las disculpas, la dueña del animal le dio en compensación una silla de ruedas para que la usara mientras se recuperaba. Y el problema no son los animales, son los dueños que no saben qué hacer con sus mascotas. Porque no son objetos ni maletas, mucho menos hijos, pero tampoco se les reconoce su condición de animales, lo que hace que no se les trate como tal. Una estadística dice que hasta el 60 % de los hogares en Colombia tienen mascota, la mayoría perros, pero eso cada vez hay más por las calles y a la fecha no todos lo ven como un problema. Los animales son adorables, bellos e inocentes, lo que nos lleva de nuevo a sus dueños. Por los peluditos hacen cualquier cosa, desde subirlos a la cama y darles de comer del plato hasta mandarlos a escuela de obediencia y pagar una millonada en la veterinaria. Los aman tanto que falsifican certificados para hacerlos pasar como animales de soporte emocional y poderlos llevar en la cabina del avión. Hace un tiempo coincidieron 25 de ellos en un vuelo procedente de Brasil, lo que hizo que la tripulación del avión tuviera problema a la hora de hacer su trabajo, lo que despertó la molestia de algunos pasajeros y la risa de los dueños de los animales porque, repito, por los peluditos, lo que sea. ¿Cómo se cuestiona el amor que siente alguien hacia otro ser vivo? ¿Cómo se le hace ver que hay formas de amar y que quizá, solo quizá, lo que siente por su mascota pueda parecer noble, pero al final es perjudicial? Los humanos suelen pasar a sus animales sus miedos y traumas, su incapacidad de estar solos y sus dependencias emocionales, por eso los visten y les celebran cumpleaños, los llevan a restaurantes y a la iglesia y se los llevan de paseo a reservas naturales donde no ven como un inconveniente que persigan a la fauna del lugar. Al contrario, al igual que con el avión en Brasil, se ríen, supongo que por mezcla entre pena y "Mira qué simpático es mi perrito". Por ese inmenso amor es que salen también a defender a sus pitbull cada vez que un animal de esos ataca a un humano (las estadísticas son de miedo), y para demostrar la belleza de la raza publican fotos de ellos disfrazados de abejitas. Se dice que en Colombia hay tres millones de armas, entre legales e ilegales, y no por eso hay tres millones de muertos todos los días, por eso repito que el problema son las personas que están detrás y no las mascotas en sí, aunque en el caso de los pitbull me suena a que no es una raza para andar entre personas, tampoco entre otros animales, pero no soy ningún experto. Ser dueño de mascota se ha vuelto casi una secta donde el propietario cree que está siempre en lo cierto, al fin y al cabo es tan buena persona que es capaz de cuidar una vida diferente a la suya propia, lo que le da un aura de bondad e infalibilidad que no la tiene ni el Papa de turno. Por eso también le ofende que alguien toque a su perro sin permiso porque (además de riesgoso, es cierto) es toda una ofensa al espacio íntimo del animal. Habría que hacerles entender que es cierto que no son objetos ni maletas, tampoco accesorios, y que merecen respeto como cualquier ser vivo, pero no sobraría recordarles que, por muy inteligentes que sean, tampoco son seres humanos.
El problema son las personas
Adolfo Zableh Durán