Las semillas de María Sánchez
Con Fuego la sed , la escritora española María Sánchez sigue construyendo una de las voces a la vez más sutiles y reveladoras de la literatura reciente.
En uno de mis poemas favoritos de Ada Limón (escritora extraordinaria y elegida Poet Laureate por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos), "Instructions on not giving up" (aún no traducida al español pero que sería algo así como instrucciones para no darse por vencida), se lee que más que emocionarse con el regreso de las flores al llegar la primavera, lo que realmente conmueve son las hojas de los árboles, que vuelven para llevarse todo el dolor que trajo consigo el invierno. Hay libros que llegan así, hay autoras que traen consigo ese regreso de la luz, esos nuevos brotes, esos colores más vivos. Pienso en el trabajo que lleva años desarrollando la escritora y veterinaria española María Sánchez (Córdoba, 1989). Reconocida por muchos premios y celebrada en su país y en traducciones, la autora comenzó deslumbrando a sus lectores con su magnífico poemario Cuaderno de campo , en 2017, publicado por La Bella Varsovia (otra de esas editoriales con catálogo hermoso), para continuar con los ensayos de Tierra de muje re s , en Seix Barral, en los que replantea temas centrales del feminismo mirando ya no las ciudades, sino el mundo rural. Sin idealizaciones, pero con inmensa belleza. Es la tierra de las mujeres que la rodearon: en su familia, en su pueblo. Sus maneras de ver la vida. También la importancia de la tierra. De esos saberes que a veces esconde el ruido y la forma en la que el mundo literario y el rural se parecen. Allí leemos: "En el de la literatura, como en el campo, creo, no debería haber inmediatez. Dos mundos (...) que parecen tan distantes pero que comparten tanto. Los destellos, las semillas, el cuidado, la calma, la paciencia mientras ves crecer y cuidas todas las multitudes que nacen...". Después se encargó de rescatar las palabras que conjuraban ese mundo, en un trabajo colectivo, en Almáciga , algo que también ha continuado haciendo desde sus columnas, charlas o participaciones en la radio. Como escribe en Tierra de mujeres sobre su trabajo: "Sólo quiero ser una excusa para abrir la palabra y reconstruir el idioma, la mano que recoge semillas de un lado y las esparce en otro, como esas semillas que se enganchan en el lomo de los animales trashumantes para germinar a miles y miles de kilómetros de su lugar de origen".
Su último poemario, Fuego la sed , también publicado por La Bella Varsovia y que recibió amplias distinciones en España el año pasado, está pronto a llegar a librerías de nuestro país. Se trata de un libro en el que la belleza de la naturaleza conjura nuevos enigmas. Hay en estos poemas preocupación y alerta. De qué otra forma, si no, podemos escribir sobre la naturaleza ahora, parece preguntarse María Sánchez. En medio de incendios y temperaturas extrañas, fenómenos que nos hacen estremecer, cómo seguir escribiendo y cuidando lo que nos rodea. Como leemos en uno de ellos: "acaso no es una maldición recordar saber de forma exacta cómo llovía antiguamente".
Hay textura de fin de mundo en los poemas de este libro. Hay advertencia y pausa para la reflexión. Versos y estrofas para llevarse de amuleto. Una poesía a la vez bella y urgente. Sus versos son semillas que brotan con el tiempo. Más tarde, pero en su momento. También lo son sus reflexiones y sus recomendaciones de libros -que realiza en columnas y radio-, pero también comparte con enorme generosidad y erudición a través de sus redes sociales. Yo gracias a ella descubrí la obra de una autora portuguesa rarísima y de belleza feroz que ahora no deja de maravillarme: María Gabriela Llansol con su trilogía Geografía de rebeldes y también sus diarios reunidos en inglés bajo el título A Thousand Thoughts in Fligh t y publicado por la editorial Deep Vellum. Pocas cosas me han deslumbrado tanto.
María habla con la sabiduría precisa de los ritmos de la naturaleza y sus estaciones. El tiempo se engloba en ellos. Se ensancha como para romper la tierra y volverse brote. Hay un respeto y una maravilla casi ceremoniosa por el lenguaje. Una sensación de estar honrando cada palabra que llega a la página en blanco. Es refrescante, en un panorama literario que a veces tiende más bien a la oscuridad siniestra, este deleitarse en otras penumbras. En luces pequeñas, destellos. Quizás una literatura luciérnaga que trae consigo su propia luz. Como leemos en uno de los poemas de Fuego la sed : "también tiene su canción lo frágil".
La literatura de María Sánchez es una que, desde la búsqueda y exploración personal, desde un cuidado artesanal y maravillado por las palabras, se encuentra con la comunidad. Como explica en Tierra de mujeres : "Las manos, antes de encontrar la palabra, intuyen, palpan, reconocen. Son ciegas hasta que encuentran esa luz que termina convirtiéndose en escritura. Y en esa búsqueda, encuentran otras manos que dan cobijo y acompañan. Y es durante épocas de más oscuridad cuando otras manos se hacen más necesarias, cuando la luz que desprenden guía más que nunca".
Se trata de una comunidad que seguirá después de ella, después de los que vienen. La memoria literaria que es la memoria del mundo y que seguirá así armando el recuerdo porque, como leemos en Fuego la sed : "serán otros/los que tengan que aprender/a leer en nuestros huesos/las cenizas de los bosques/que fueron/un día".
La literatura de María Sánchez es una que, desde la búsqueda y exploración personal, desde un cuidado artesanal y maravillado por las palabras, se encuentra con la comunidad.