La danza de los billones
Resulta indispensable que quien gane la Presidencia el año que viene envíe un mensaje de compromiso firme, relacionado con poner la casa en orden
Resulta indispensable que quien gane la Presidencia el año que viene envíe un mensaje de compromiso firme, relacionado con poner la casa en orden.
Ricardo ávila Pinto - especial para el tiempo @RAVILAPINTO
analista sénior
La noticia llegó el viernes ya tarde, después del cierre de los mercados. Por tal motivo, solo a partir de esta semana se sabrá si la determinación del Gobierno de los Estados Unidos, en el sentido de retirarle la visa a Gustavo Petro por cuenta de sus palabras en Nueva York, acabará impactando a la economía colombiana. Al respecto, hay opiniones divididas. Todo depende de si aparecen sanciones que vayan más allá de la persona del mandatario, algo que, a la luz de la reciente descertificación de lo hecho en la lucha contra las drogas, parece improbable. El motivo es que Washington quiere marcar diferencias entre el individuo y el país, a sabiendas de que cualquier castigo de tipo general le caería como anillo al dedo a quien busca victimizarse y quiere ser su gran antagonista en las Américas. Pero más allá de las elucubraciones, hay factores que llevan a pensar que en el frente cambiario reinará la calma, al menos en el corto plazo. El motivo es que seguirán entrando dólares en una cuantía importante, algo que ayuda a entender por qué el billete verde ha venido oscilando en torno de los 3.900 pesos, muy por debajo de los pronósticos de unas semanas atrás. Y es que, según lo muestran los datos oficiales, en los últimos ocho días el Ministerio de Hacienda ha monetizado cerca de 2.700 millones de dólares, una cantidad atípica en un periodo tan corto. La expectativa es que ese monto aumente en lo que queda de septiembre y en octubre, por cuenta de una audaz estrategia relacionada con el manejo de la deuda pública que no ha pasado desapercibida en los círculos financieros internacionales. Aunque el esquema todavía está en proceso de implementación, ya pasó el punto de no retorno. A la fecha involucra sumas billonarias que, sobre el papel, le permitirían a la Nación ahorrarse una plata importante en pago de intereses y capital, además de mejorarle una serie de indicadores clave, como el de cuánto representan sus acreencias con respecto al tamaño anual de la economía. No obstante, la apuesta también viene acompañada de riesgos que no se pueden menospreciar. El motivo es la aparición de obligaciones significativas de corto plazo que se vencerán en las postrimerías de la administración Petro, poco antes de que tenga lugar el relevo previsto en la Presidencia de la República, el 7 de agosto de 2026. Si nada extraordinario sucede, será posible recoger velas y cantar victoria. Pero un imprevisto de marca mayor o la impresión de que quien llegue a la Casa de Nariño no está comprometido con solucionar el enorme desbarajuste fiscal que heredará, amenazaría con convertirse en un gran dolor de cabeza de manera inmediata. Grandes ligas Entender en qué consiste la jugada exige algo de contexto. Lo primero es que, debido a un déficit sostenido en las finanzas estatales, la deuda del Gobierno central ha venido aumentando en forma notoria: de 500 billones de pesos al cierre de 2019 a algo más de mil billones este año. De ese total, una tercera parte corresponde a acreencias externas, tasadas en 81.000 millones de dólares al cierre de febrero, según datos del Ministerio de Hacienda. Atender tales compromisos se lleva una tajada cada vez más grande del presupuesto nacional. Uno de cada tres pesos que se recaudan de impuestos se destina al pago de intereses, cuando al comenzar la presente década era uno de cada cinco. Semejante presión tiende a aumentar, en la medida en que el déficit fiscal se ubica en niveles similares a los observados durante la época de la pandemia y hay que emitir más bonos para cubrir el faltante. Ante el reto que ello significa, se puso en marcha un nuevo enfoque dirigido a reducir el costo de esas acreencias. Si en el pasado reciente la orientación había sido la de ampliar la duración de los pasivos financieros, que se ubicó en un récord de 10,8 años en promedio a comienzos de 2025, el objetivo pasó a ser el de conseguir economías importantes acudiendo a otras fuentes de recursos más baratas, en monedas diferentes al dólar. Parte de ese propósito involucró la adquisición de títulos existentes en el mercado internacional y local, negociados por debajo de su valor nominal y cuya valoración se ha visto afectada por el alza en el riesgo atribuible a Colombia, con el fin de ganarse un descuento. Concretar la idea exigía el concurso de entidades de afuera y contratar una deuda de corto plazo, aprovechando opciones menos onerosas. Hay antecedentes que muestran que no se trata de algo descabellado. Por ejemplo, en su momento Ecuador, El Salvador y Gabón recompraron sus bonos con créditos de la banca de desarrollo. Más recientemente, Panamá y Angola buscaron bajar el peso de sus obligaciones acudiendo a fuentes alternativas en el Viejo Continente. De tal manera, desde mediados de este año comenzó a ponerse en práctica una operación que, por su envergadura, llama la atención. El primer paso fue la adquisición de títulos de tesorería -TES- y bonos globales, lo cual afectó el saldo de recursos líquidos que la Nación posee en sus cuentas en el Banco de la República. En paralelo se puso en marcha algo más ambicioso, lo cual involucró la contratación de un crédito en francos suizos por un monto equivalente a 10.000 millones de dólares para comprar más. La opción de la moneda helvética es atractiva, en la medida en que se trata de un activo de reserva que ha ganado relevancia entre los inversionistas ante las preocupaciones respecto al dólar, debilitado por cuenta de las políticas impulsadas por Donald Trump. No menos importante es que la tasa de interés por semejante cantidad se calcula en 1,5 por ciento anual. Con ese dinero se compran TES, cuya rentabilidad implícita es del 12 por ciento anual en pesos, al igual que bonos colombianos en dólares que ganan el 7 por ciento anual y algunos títulos del tesoro estadounidense que están cerca del 4 por ciento. El mecanismo se conoce como carry trade, que es la estrategia de aprovechar el diferencial de lo que cuesta el dinero y lo que gana en uno y otro lugar. Parte de las adquisiciones concretadas no quedaron en manos del Gobierno de manera directa, sino de varios bancos internacionales. Las entidades en cuestión fueron BBVA y Banco Santander de España, BNP Paribas de Francia y Citigroup, Goldman Sachs y JP Morgan, cuya casa matriz queda en Estados Unidos, las cuales ejecutaron un mandato de recompra de bonos por 5.400 millones de dólares, cuyos vencimientos van desde 2027 hasta 2061. Como es de imaginar, no bastó tan solo con la palabra del Ministerio de Hacienda para poner en marcha las cosas. Como garantía se dejaron los papeles negociados junto con otros, incluyendo una porción significativa de títulos de corto plazo que se vencen a partir de junio de 2026. Así como le pasa a una persona que compra una casa a crédito y a la cual su entidad no le entrega el 100 por ciento del valor, sino que deja un margen que le permite protegerse y vender el bien sin perder su plata en caso de un eventual incumplimiento, Colombia habría entregado documentos hasta por 1,3 veces el monto de lo adquirido. Ello explica, en parte, sucesivas conversiones de TES que ascendieron a 15,4 billones de pesos en agosto y a 18,4 billones de pesos a mediados de septiembre. Tal como explicó en su momento el área de investigaciones económicas de Corficolombiana, con la liquidez recibida se negociarán más papeles, lo cual permite entender la millonaria monetización reciente de dólares, que ha influido para que el peso se haya revaluado frente al billete verde. Ese factor, igualmente, ha hecho que el precio de los TES haya subido, con lo cual para la tesorería es un poco más barato endeudarse ahora. Lo que sigue Durante los próximos meses vendrá más de lo mismo, aunque las sumas involucradas cambien en la medida en que la oferta de papeles colombianos disponibles en el mercado externo se reduzca. Eventualmente, eso se traducirá en saldos nominales de deuda pública más bajos, lo cual debería ser bien recibido por quienes les siguen la pista a estos asuntos. Otro elemento no menos importante es la emisión de bonos a menor costo. Eso es lo que ocurrió a comienzos de este mes con la colocación de 4.100 millones de euros tras diez años de ausencia de ese mercado, en tres tipos de títulos que vencen en 2028, 2032 y 2036. El costo promedio ascendió al 4,7 por ciento anual, que es inferior en varios puntos porcentuales al de su equivalente en dólares. Así las cosas, el plan es que, en la medida en que se realicen otras operaciones similares, sea cancelado gradualmente el préstamo en francos suizos. Para agosto del año que viene, lo que se conoce entre los especialistas como un Total Return Swap quedaría finiquitado y los participantes acabarían satisfechos. Unos bancos ganarían intereses y otros comisiones, mientras que la República de Colombia se ahorraría una plata importante, además de contar con un mayor espacio presupuestal este y el año que viene. "Si todo sale bien, esta operación que está sacando títulos del mercado en un momento crítico, los va a devolver en una coyuntura más adecuada", dice Camilo Pérez, director de Investigaciones Económicas y Análisis de Mercados del Banco de Bogotá. Agrega que para que eso sea así, "el resultado de las elecciones es fundamental para saber que vendrá un reordenamiento de las finanzas estatales". Sin embargo, la jugada no está exenta de riesgos. Uno es que haya una devaluación importante de la moneda helvética, por cuenta de las circunstancias internacionales. Las condiciones no son las mismas, pero Panamá salió golpeada este año cuando la Casa Blanca anunció su agresiva política de aranceles y el dólar perdió un importante terreno frente a las divisas europeas. Frente a esa posibilidad, el director de Crédito Público, Javier Cuéllar, aseguro que "hemos tomado las coberturas del caso". Tras el pronunciamiento del Departamento de Estado el viernes y ante la voluntad de Gustavo Petro de conformar una fuerza para luchar por Palestina, se abre un flanco inesperado en el terreno diplomático, que podría traer repercusiones indeseables. El temor es que en Washington prime el hígado sobre la cabeza fría y se les abra la puerta a sanciones unilaterales con repercusiones en la economía y las finanzas nacionales. Igual de inquietante sería que se oscurezcan aún más las perspectivas fiscales del país. Como es conocido, el déficit actual es equivalente al del momento de la pandemia y todo apunta a que el del próximo año podría superar el equivalente del ocho por ciento del Producto Interno Bruto, lo cual sería el punto máximo en más de un centenar de años. En principio, el mecanismo puesto en marcha en estos meses serviría para que el faltante sea menor al reducir de manera significativa la cuenta de intereses por pagar y el propio servicio de la deuda. Pero también ese mayor espacio puede acabar sirviendo los propósitos de un Gobierno que desea gastar lo más que pueda dados sus intereses electorales, con lo cual saldría lo comido por lo servido. Por tal motivo, no está de más desear que tanta audacia financiera derive en un beneficio duradero para Colombia y no para que sea usada con más intensidad la chequera oficial. Lo que se ve hasta ahora es que las operaciones de tesorería se han convertido en un instrumento definitivo para conseguir recursos solo de caja, lo cual no es un antecedente muy alentador. Junto a lo anterior, resulta indispensable que quien gane la Presidencia el año que viene envíe un mensaje de compromiso firme, relacionado con poner la casa en orden. De lo contrario, en un escenario extremo, una oleada de nerviosismo que golpee la tasa de cambio y la valoración de los bonos puede hacer que se hagan efectivas las garantías entregadas, con lo cual quedaríamos peor que al comienzo. Como señaló Corficolombiana "esta operación parece estar distrayendo la atención de lo fundamental: el país debe realizar urgentemente ajustes estructurales al gasto y los ingresos tributarios para evitar que las finanzas públicas caigan al precipicio". Agregó que de no ser así "el ahorro en intereses será efímero y más pronto que tarde el país sufrirá las consecuencias a través de mayores costos financieros, depreciación cambiaria y reducciones en la inversión y el crecimiento económico". Debido a ello hay que insistir en que esta "danza de los billones" de las últimas semanas, conduzca a un resultado tangible, duradero y positivo. Solo así se podrá conseguir que después de una jarana con tantas parejas, nadie nos quite lo bailado.