Un "no" de Camila Sosa Villada inspiró a Eli Aurora Garrone a escribir "Transfábulas", la primera obra nacional con dramaturgia, elenco y dirección travesti-trans. Esta es la historia de su creadora y del proceso.
Transfábulas, la primera obra nacional con dramaturgia, dirección y elenco travesti-trans, nació de un no. En enero de 2022, Eli Aurora Garrone (26) le envió un mail a Camila Sosa Villada, autora de Las malas novela inspirada en su experiencia como mujer trans, que se convirtió en un fenómeno literario regional, para proponerle adaptarla al teatro. La escritora argentina respondió que era imposible porque ya había vendido los derechos para una película, pero le sugirió: "¿Por qué no crean sobre sus propios mundos?".
Esa respuesta disparó la inspiración de la joven diseñadora de vestuario y escenografía egresada de la EMAD, que tradujo sus vivencias y las de su entorno en su ópera prima. Garrone escribió una comedia irreverente que reúne seis monólogos atravesados por la temática trans, pero también aborda cuestiones universales que pueden resonar en cualquier espectador: el hambre, el acceso al afecto y la vida laboral.
El universo onírico y poético de los personajes una gata, una sirena, un hada potencia la crudeza del discurso. "Toma elementos de la fábula y usa la fantasía para enunciar ciertos horrores", explica Garrone a El País.
La directora y dramaturga dejó y retomó el texto varias veces. En el trayecto se cuestionó ciertas bajadas de línea porque no quería señalar ni acusar. Y tomó el consejo de una docente: "Se escribe con el vino de la noche y se corrige con el café de la mañana". Aunque hoy reescribiría algunos pasajes, defiende el texto por respeto al camino recorrido.
El estreno de Transfábulas es la excusa para conocer la historia de su creadora y el proceso que dio forma a la obra. Se presenta los jueves y viernes de octubre y noviembre en el Teatro Stella, con entradas disponibles por RedTickets.
Transformarse y dejar morir privilegios
Se crió en Nueva Palmira (Colonia), rodeada de playas y bosques, y desde niña se volcó al arte: dibujaba, hacía manualidades en el monte y escribía diarios íntimos. Durante la adolescencia practicó ballet, taekwondo y tomó clases de pintura. "No sería quien soy sin el arte", dice.
Si bien evaluó estudiar abogacía, eligió Bellas Artes y luego se orientó hacia el diseño. Consiguió una beca en la EMAD que le permitió sostener la carrera. Y aunque la mayoría de sus experiencias fueron positivas, reconoce que sorteó asperezas en sus cuatro años de formación.
Su proceso de transición, que ya había germinado, se hizo más visible al mudarse a Montevideo. "Fue una revolución interna y externa. Iba al pueblo y me contaban que circulaban fotos mías en grupos de WhatsApp. Por suerte, en mi familia no hubo closet, pero sí en otros entornos", recuerda.
En un fragmento de la obra se habla de la transformación como una suerte de muerte, y así lo vivió Garrone. "Morimos muchas veces en la vida: cuando mueren otros, al separarnos o mudarnos. Cambiamos de pieles constantemente, y las transiciones de género también son una forma de muerte."
Durante ese proceso dejó atrás varios privilegios: "Ser deseada, elegida, el acceso al afecto o al trabajo. Si voy vestida de cierta manera quizás ni me den la chance de una entrevista", expresa. También mató ideales románticos: "¿Quién querrá quererme siendo esto que soy? Pero, sobre todo, una se quiere a sí misma."
No esquivó el dolor, pero reconoce que su carácter aguerrido la salvó: "Puse tantas barreras que quizás no lo sufrí como otras personas, aunque me dejó secuelas, como andar por la vida a la defensiva."
Una obra que quiere abrir caminos a la población trans
La pandemia la encontró armando canastas alimentarias junto al Colectivo Trans del Uruguay y ayudando a los más vulnerables. "Hablábamos de teatro, del deseo de ser actriz, y me quedé con eso: no veía mucha población trans en espacios artísticos. Me nutrí de esas charlas mientras empaquetábamos arroz y las usé como inspiración", recuerda.
¿Cómo creés que va a recibir el público Transfábulas? No me hago esas preguntas. Solté y dije: que sea lo que Dios quiera. Sí me las hice durante el proceso, por eso fui cuidando cada decisión y los recursos que elegía, pensando en el impacto desde la comunicación.
También coincidió con la polémica que generó el espectáculo drag queen en la Torre Ejecutiva. ¿Te dio temor? En ese sentido, tengo mucha tranquilidad respecto a la calidad artística. Durante el proceso recibimos a directoras para ampliar la mirada, y Vachi Gutiérrez rescató la potencia del código. Funciona: es bastante único en cómo conjuga humor, crudeza, poesía y una fuerte apuesta visual. Puede gustar o no, pero tiene una fuerza que va más allá de la temática.
¿Te gustaría que Transfábulas sea el puntapié para que haya más espectáculos con perspectiva de género y que incluyan personas trans en sus elencos? Me encantaría que otras personas de la población que hasta ahora no pensaron en el teatro como profesión digan: "se puede". No pienso hacer toda mi vida obras sobre el universo trans, pero sueño con que algún día un Hamlet lo interprete una persona trans. Es ambicioso pretender que impacte a tal punto, pero hay que tener ambición en esta vida.