Sábado, 11 de Octubre de 2025

Peligro inmediato

UruguayEl País, Uruguay 11 de octubre de 2025

La guerra "de Ucrania" está lejos de encontrar el camino a una solución. No existen señales de un cese de hostilidades a corto plazo.

Se agrava el nivel del conflicto por hechos y dichos, de forma constante. Estamos por lo menos al borde de una más amplia guerra europea. Las incursiones rusas en el espacio aéreo de países de la OTAN han elevado la alerta a niveles que no se veían en tiempos recientes. En ese contexto, el presidente Trump declaró recientemente estar de acuerdo con derribar aviones rusos que violen el espacio aéreo de la OTAN. Además EEUU proveerá información sobre objetivos, bien dentro de Rusia, para ser atacados por Kiev.

La guerra "de Ucrania" está lejos de encontrar el camino a una solución. No existen señales de un cese de hostilidades a corto plazo. Rusia además de degradar la infraestructura de la víctima, ahora realiza bombardeos frecuentes sobre edificios residenciales utilizando cohetes con municiones de racimo, que se esparcen, diseñados para causar la muerte y/o horribles heridas posteriores a la explosión primaria.

Ucrania, con recursos mucho más limitados, dirige sus ataques a objetivos militares estratégicos, como refinerías, bases militares y fábricas de armamento. Aunque la defensa ucraniana es férrea, las fuerzas rusas continúan avanzando lentamente.

Según Putin, el frente ruso cuenta ya con 700.000 soldados, mientras que Ucrania ha llamado a filas, incluso a hombres de hasta 60 años. Y son menos.

El aumento de la tensión pone de manifiesto el factor humano como un riesgo adicional. La provocación y el cansancio pueden conducir a errores graves de apreciación por parte de quienes estan en la línea de fuego, con el "dedo en el gatillo".

Pilotos y comandantes afectados por el estrés, heridos o por falta de protocolos claros pueden reaccionar con impulsos de venganza o de autodestrucción, en situaciones de presión extrema, empeorando sensiblemente el conflicto.

La posición internacional frente al conflicto es heterogénea. Trump ha marcado más distancia, atribuyendo la responsabilidad y costos del conflicto a Europa. Afirma que "esta guerra es de Biden o es un tema europeo" aunque ahora dijo algo aparentemente incongruente, que Ucrania podría reconquistar los territorios que ha invadido Rusia y quizás algo más (¿con la ayuda europea?).

Mientras tanto, occidente observa la situación desde diversas perspectivas y no logra mostrar una unidad clara, a pesar de involucrarse cada vez más.

Gran Bretaña mantiene una postura de apoyo a Ucrania. Arrastra el legado de Boris Johnson, quien durante su gestión alentó a Zelensky a no ceder en las negociaciones con Rusia, sugiriendo que Ucrania podía triunfar, con el apoyo internacional, que no se materializó del todo y el peso de las sanciones. Esta posición contribuyó a frustrar las chances de alcanzar un acuerdo que se gestaba en Estambul.

Francia, ha intensificado su apoyo a Ucrania y ha llegado a considerar el envío de tropas, junto con Gran Bretaña, tras un posible alto el fuego, anteponiéndose entre a las fuerzas rusas y las ucranianas. Sin embargo, esta opción parece inaceptable para Rusia.

Alemania ha oscilado entre una postura cautelosa y un incremento progresivo de su apoyo militar y financiero a Ucrania. No obstante, su gobierno se muestra reacio a acciones que puedan entenderse como provocaciones directas hacia Rusia, manteniendo su apuesta por soluciones diplomáticas y evitando romper completamente los lazos con Moscú.

Polonia, en contraste, ha adoptado una posición firme, facilitando a través de su territorio el transporte de armas y municiones a Ucrania. Ha incrementado su gasto militar, reforzando defensas además de acoger a más de un millón de refugiados ucranianos.

Principalmente el de mujeres, niños y ancianos, dándoles asilo. Polonia sigue siendo objeto de ataques híbridos rusos que dañan el tráfico ferroviario y de caminos, saboteando con interferencias cibernética la señalización, y también el sistema de cajeros automáticos.

Hungría, bajo el liderazgo de Viktor Orbán, se presenta como un actor disonante dentro de la Unión Europea, manteniendo una relación ambivalente con Moscú, oponiéndose a algunas sanciones y cuestionando el envío de armas a Ucrania, lo que la aísla dentro del bloque europeo pero responde a sus intereses económicos y políticos. Aboga por negociaciones.

La incorporación de Finlandia y Suecia, países tradicionalmente neutrales, a la OTAN supuso un hito importante. Este giro, motivado por la percepción de una amenaza creciente desde Rusia, fortaleció la Alianza Atlántica, pero también incrementó la tensión con Moscú, que lo considera una provocación directa.

A lo largo del conflicto se han presentado distintas oportunidades para avanzar hacia acuerdos realistas, tanto antes como durante la guerra. Recientemente se descartaron propuestas de China y Brasil, así como intentos de Hungría de auspiciar negociaciones para alcanzar un alto el fuego y un tratado de paz. Rusia tampoco facilita el proceso.

La situación militar objetiva muestra que una victoria es imposible en las circunstancias actuales para Kiev. Sigue la pérdida de efectivos y territorio con la toma de Odessa cada vez más probable.

Por ello, Kiev debería estar dispuesta a reconocer la soberanía rusa sobre Crimea y negociar la cesión de territorios en las provincias ruso-parlantes que ya ha perdido parcialmente, buscando un desenlace pragmático que evite mayores sufrimientos y destrucción.

Kiev debe aceptar que sus "aliados" occidentales no constituyen un bloque homogéneo, sus intereses y preocupaciones varían considerablemente y sus políticas no son estables. Su aspiración de incorporarse a la OTAN, que en su momento tuvo el fuerte empuje de Bush(h) es inaceptable para Rusia. Por lo tanto, Zelensky, o su sucesor, deberían retomar las negociaciones con Moscú cuanto antes, por más desagradable que eso sea.

Por su parte, Rusia ha sabido sortear los efectos de las numerosas sanciones occidentales. Su gobierno se encuentra firme y unido y su economía aguanta.

Occidente sigue marcado por la ausencia de consenso. La falta de un papel de liderazgo activo y constante por parte de Estados Unidos como el líder mediador, afecta negativamente el logro de una posible solución.

El reconocimiento de esta realidad debería impulsar la búsqueda de un acuerdo pragmático.

Importa adoptar medidas que detengan la escalada del conflicto entre Rusia y Ucrania, y evite una probable expansión que derive en una guerra más amplia.
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