El nuevo secretario general, Pablo Oribe, reconoció que el cambio de orientación de hace seis años generó costos en lo electoral y a la interna.
Es el partido de Emilio Frugoni. De Tabaré Vázquez y de Vivian Trías. El que fue la cuna del Partido Comunista del Uruguay (PCU) en 1920, tras la Revolución Rusa. Con casi 115 años de vida, es el más antiguo del Frente Amplio. Pero desde 1999, cuando el Partido Socialista fue la fuerza política más votada de la coalición de izquierda, no para de perder votos.
Los "latas", como se los conoce, obtuvieron, en octubre de 2024, 58.000 votos con la lista 90 (había tenido 71.000 en 2019, 136.000 en 2014, más de 160.000 en 2009 y lo mismo en 2004). Pese al desplome electoral, lograron llegar a una banca del Senado gracias a los 15.000 apoyos que aportaron los socios con los que conformaron el sublema "Socialismo es Libertad". Ningún diputado.
El diagnóstico es irrebatible: los socialistas tienen su peor representación parlamentaria desde el regreso de la democracia y han sufrido un "retroceso electoral sistemático desde 2004", alertó el ministro de Desarrollo Social (exsecretario general), Gonzalo Civila, en un documento que redactó para el 51° Congreso Ordinario.
Para llegar a este punto hubo un momento de quiebre, o varios. Las diferencias entre ortodoxos y renovadores, las dos corrientes históricas, se profundizaron a partir de 2019-2020, cuando, en un acercamiento al Partido Comunista, el sector optó por apoyar la candidatura de Carolina Cosse a la Intendencia de Montevideo, en lugar de la de Daniel Martínez, quien aún no había confirmado si competiría por la comuna tras su derrota en el balotaje frente a Luis Lacalle Pou. Hubo, a partir de ese punto (aunque venía dándose desde antes), una fuga de cientos de dirigentes mayormente vinculados al ala renovadora -aunque no todos-, en algunos casos con décadas de trayectoria, alta visibilidad pública, y en otros con un perfil tecnócrata, que supieron ocupar cargos trascendentes en los gobiernos frenteamplistas.
Desde los sectores minoritarios, entre 2022 y 2023, se elaboraron documentos en los que se llegó a hablar de "sangría de dirigentes" y de "debacle electoral", con duras críticas a la conducción de Civila.
Línea política
En este escenario político, PabloOribe asumió como nuevo secretario general del PS (este sábado se reunió por primera vez la nueva dirección del Comité Central), lo que implica una continuidad a los seis años de dirección ortodoxa que dejó al partido con menos votos, dirigentes y afiliados. El profesor de Historia, oriundo de La Paloma y radicado en Argentina hasta 2019, reivindica el liderazgo político de su predecesor, con quien trabaja de forma conjunta desde hace años. Como máxima autoridad del partido, Oribe reconoce que hubo, a partir de 2019, un cambio político que "vino atado a uno generacional".
"Eso no es sencillo; las cosas tienen su tiempo. Se apostó al cambio en la orientación política, al relevo generacional y eso implica desafíos. Es costoso. Es un riesgo electoral, sobre todo para un partido que viene perdiendo votos. Pero el partido se ha fortalecido y eso le hace bien al Frente. La política tiene sentido solo cuando hay convicciones. A veces te llevan a acumular más fuerza, a veces menos", dijo a El País.
Para el dirigente, el PS es esencialmente "un partido de ideas", y la crisis que atraviesa no es un caso aislado, sino un fenómeno "extendido en el mundo" para las fuerzas políticas con vocación más ideológica y de principios. Sobre lo que ocurrió con el partido en lo que va de este siglo, opinó que hubo "un perfil másprogresista que socialista durante mucho tiempo" y que eso lo debilitó.
Por tanto, la lectura política que hace la corriente mayoritaria de los "latas" -conducida por los ortodoxos- es que en los últimos seis años se asumieron decisiones "difíciles y osadas" en busca de la recuperación de la identidad: el apoyo a la candidatura de Cosse a la IMM, al plebiscito sobre la seguridad social y ser el primer sector del FA en impulsar el referéndum contra la LUC. Aunque esas posturas -sumado a un viraje ideológico más a la izquierda con una reivindicación al socialismo nacional por sobre la socialdemocracia- tuvieron costos, reconoce, aunque considera que la continuidad en esa línea política logró fortalezas necesarias para la recuperación del partido. "Recuperamos la firmeza, la identidad histórica. Hay que expandir esa postura. Esa visión más progresista que socialista hizo que la mirada del partido se diluyera en otras expresiones frenteamplistas. Dejamos de tener posición propia en temas relevantes y eso termina por diluir tu visibilidad en la sociedad. Creo que fue una decisión de los compañeros con la concepción de que el partido tenía que ser el que ordenaba en el Frente. Y para tejer, no podía tener una posición clara en los temas. El PS fue muy importante en los tres primeros gobiernos. Tuvo un peso enorme en la gestión. Pero el costo que pagamos fue que nuestra posición e identidad se desdibujó", cuestiona y desde ahí se para.
Para Oribe, la derrota de la izquierda en 2019 -o del Frente Amplio- se dio porque "estaba cansada" y faltó "creatividad" para tener agenda. En concreto, sobre sus objetivos al frente del PS, el docente se plantea como uno de sus principales desafíos expandir la visión que ha tenido la agrupación política en los últimos años y poder traducirlo en "algo más popular". El objetivo: "Potenciar la recuperación de la identidad socialista que tiene que ser cuestionadora, rebelde, combativa. Tiene que molestar porque el partido no viene a mantener el orden, viene a transformarlo. Esa es su huella histórica".
"Hay una naturalización del capitalismo muy fuerte, de que las cosas no se pueden cambiar. Está esa frase de Mark Fisher: 'Es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin delcapitalismo'. Demuestra la derrota del socialismo o de cualquier proyecto transformador. Estamos liquidados así. Si a la política le sacas las convicciones y la épica no tiene razón de ser. La izquierda en Uruguay y en el mundo tiene un problema: nos falta soñar. Hay que animarse a tensionar el sistema", consigna.
Renovadores
Tras la victoria de Oribe (Lista 4) con el 55% de lo votos, dirigentes renovadores dijeron que esperan que haya una dirección "más abierta" en la interna del partido de la que hubo en los últimos años. Aunque reconocen el declive electoral de las últimas décadas, consideran que fue mucho más pronunciada a partir de 2019. Ese año, la 90 tuvo casi la mitad de votos que en 2014.