Domingo, 19 de Octubre de 2025

Imperator mundi

UruguayEl País, Uruguay 18 de octubre de 2025

Las teorías de la ideología deberán profundizar sus instrumentos para captar la esencia de este nuevo modelo.

No cabe duda que Donald Trump, como presidente de la primer potencia militar mundial constituye un fenómeno inédito, tanto en lo atingente a su peligrosa política interna, donde parece haber sometido a sus designios al Partido Republicano, como en su confusa estrategia hacia el exterior. En ambos aspectos tanto la filosofía política como las teorías de la ideología deberán profundizar sus instrumentos analíticos para captar la esencia de este nuevo modelo, ya esbozado en su primera administración y plenamente vigente en la actual. Si perjuicio que la sicología y probablemente la siquiatría, deberán aportar lo suyo.

En lo que atañe a América Latina, referencia de esta nota, no todo es novedoso, ni producto de esta nueva administración. Desde 1900 hasta hoy, en más de un siglo y cuarto de historia, los Estados Unidos imponiendo sus intereses, nunca dejaron de imprimir su marca, generalmente dolorosa, en nuestras inermes comunidades. Las cruentas ocupaciones militares de principios del centenio anterior (Cuba, Haití, República Dominicana, Nicaragua, Panamá); el apoyo a golpes de estado, usualmente de derecha (Guatemala, Chile, Honduras); las invasiones directas (Dominicana, Granada, Panamá); o las retorcidas operaciones encubiertas (Cuba, Chile, Nicaragua, Venezuela), se realizaron a plena luz del sol. Su repetición permitió justificar la granítica teoría leninista del imperialismo como fase ultima del capitalismo y más tarde la ubicua ideología de la dependencia, por más que ambas demostraron ser más devaneos que constructos científicos. Lo que no quita nada a la condena a la prepotente e ilegal política de su gestor.

Generalizando, puede decirse que luego de la segunda guerra mundial con la derrota del fascismo -y pese a repetidos excesos norteamericanos durante la guerra fría, particularmente en nuestro continente,- con la creación de las Naciones Unidas y de una pléyade de instituciones internacionales, su expansiva política pareció morigerarse y en algún plano entenderse, ante la afirmación y generalización de la ideología totalitaria practicada por la URSS. Esta política, permanentemente justificada con la apelación universalista al liberalismo y a la democracia en el mundo, terminó, con la inesperada aparición de Donald Trump.

Éste ya no fundamenta sus designios en el bienestar político del mundo propulado por los Estados Unidos, sino directamente en la primacía de su país. "América First" es una consigna que el Presidente apoyado en el poder militar de su nación afirma plena y francamente, sin considerar los daños que causa al mundo desarmando el orden internacional y proclamando el interés de su país, que confunde con su persona, en dirigir las relaciones entre las naciones.

Es cierto que aparentemente terminó con la guerra en Gaza, aun cuando todavía quede tela por cortar y ayudó a Argentina a intentar superar su desquicio económico. Pero no puede obviar que ambas intervenciones tienen un alto precio. En el caso de Israel, dictando reglas y colocándose como mandamás del futuro de la zona, sobre la cual ha pronunciado descomunales disparates, como, expulsar a los palestinos, para convertirla en un territorio de interés inmobiliario internacional. Y en la Argentina interviniendo solapadamente en su proceso electoral al condicionar su aporte al triunfo de Milei.
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