El Comercio, Perú
8 de noviembre de 2025
El asilo de Betssy Chávez Chino, prácticamente cantado desde que quedó en libertad, obligó al gobierno a evaluar si es mejor y más costoso tenerla lejos que cerca.
Por FERNANDO VIVASPeriodista
Pónganse por unos minutos en el pellejo de Betssy Chávez. Es menos elástico de lo que parece. Es terca, intolerante, de ideas fijas, totalitaria y proclive a perder el sentido de la realidad. No peco de adjetivador: ¡colaboró, según abrumadores indicios, con el golpe de Estado más sonso de los últimos tiempos! Fue, literalmente, productora ejecutiva del mensaje golpista de Pedro Castillo, convocando y coordinando al equipo que lo trasmitió. Su idea fija, ahora, no puede ser otra que la que usted y yo tendríamos en sus circunstancias: que el gobierno de Jerí otorgue a México el maldito salvoconducto para fugar al Distrito Federal.
Las fijaciones de Betssy no están asociadas a la ideología. Su floro ha estado puesto en defensa del poder propio y el de Pedro; antes que de un ideario comunista. Era una abogada con vagas ideas socialistas, igual que Dina, que enganchó con la lejana cúpula huancaína de Perú Libre para representarlos en nombre de su región de Tacna y ver, a lo mucho, si ganaba una curul. Ya conocía el Congreso, pues había trabajado en el despacho del izquierdista Jorge Castro y en el de la tercera vicepresidencia cuando la ostentó la fujimorista Yeni Vilcatoma. En el 2021 no hizo ?click? con el hiperideologizado Vladimir Cerrón, sino con el manipulable Pedro, a sus ojos, un diamante en bruto en la cima del poder. Mandó al diablo a su bancada y se convirtió en vocera oficiosa de Pedro, en la Lady Macbeth que Lilia Paredes no quiso o no pudo ser.
Betssy fue ?según he contado en viejas crónicas? la principal instigadora para que Castillo se deshiciera del entonces perulibrista Guido Bellido y lo reemplazara por Mirtha Vásquez en la PCM. En el cambio de Gabinete, se colocó ella misma un fajín. Primero fue ministra de Cultura, luego de Trabajo. No se radicalizó de izquierda; se aburguesó y enervó su vena totalitaria. Fue primera ministra en el último tramo y ayudó a Pedro ?coincido con la tesis del Ministerio Público? a concebir un golpe que era, a la vez, una manera de salir del bolondrón en el que estaba metida, una forma desesperada de descender de la montaña rusa subiéndose a otra.
Recuerden que Betssy, la obsesiva, cuando vio con Pedro que todo había fracasado luego del mensaje golpista, también se dirigió hacia la Embajada de México, según testimonios de su entorno que aseguran que dio esa orden a su chofer. La ruta fue abortada cuando se enteró de que Pedro había sido detenido. Ella niega haberse querido asilar en aquella ocasión; pero finalmente lo ha hecho. Ahora lo podemos ver más claro: el traslado en coche más importante de su existencia, al destino donde busca empezar una nueva vida, cómoda y segura tras la aventura fatal del poder; se frustró. Betssy sigue detenida en ese coche que la llevaba a México y que hoy, de otra marca y con otro chofer, la espera en la puerta de la residencia mexicana en Lima.
El odio que recibe Betssy, es plural, desde el fujimorismo hasta Perú Libre. Pero su prisión y lo desesperada que se la veía en cada audiencia, amenazando con hacer una huelga seca y mortal, le ha granjeado también una pluralidad de defensores legales que ahora le recomiendan a Jerí que la deje ir. Lejos y callada, como manda el asilo, no será peligrosa. Es más, podría recuperar su imán de antipatías.
?Mordiendo codos?
Al cierre de estas líneas, la cancillería informó que plantearán modificaciones a la Convención de Caracas. Mientras tanto, el suspenso sobre el salvoconducto a Betssy continuará. México merece la duda y la espera. En los últimos años ha abusado del asilo como una herramienta para injerir y acosar a países de la región, destruyendo su sentido humanitario. A Evo Morales lo acogió y le permitió hacer activismo contra varios gobiernos; algo inaceptable desde cualquier punto de vista multilateral. Luego, acogió al ex vicepresidente correista Jorge Glas, procesado por el Lava Jato en Ecuador. Sacó de sus casillas a Daniel Noboa, que autorizó la invasión de la sede mexicana para detener a Glas. México ha demandado a Ecuador ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya por esa invasión (Glas acaba de perder una demanda ante la Corte IDH, que señala que su prisión es legítima, aunque no se pronuncia sobre la violación de sede diplomática).
El gobierno de Morena, en su fase AMLO y en su fase Claudia Scheinbaum, ha llevado al asilo al límite, o explota o se torna un bumerán. Uruguay se tomó semanas evaluando si ejecutaba o no el asilo que en principio concedió a Alan García. Finalmente decidió no hacerlo. Que México recule como Uruguay suena iluso, pues Scheinbaum no es de dar su brazo a torcer así nomás. Con el Perú puede darse el lujo de la soberbia non grata que no puede prodigar ante Trump. Menos iluso es pensar que Jerí pateará la decisión hasta oír todos los pros y los contras, mientras Betssy se muerde los codos.