Martes, 18 de Noviembre de 2025

Libelos de los chatbots podrían ser el próximo gran dolor de cabeza legal de la inteligencia artificial

ChileEl Mercurio, Chile 18 de noviembre de 2025

Empresas como Google, Meta y OpenAI están siendo demandadas por difamación.

A pesar de todos los avances en inteligencia artificial (IA) de los últimos años, incluso los chatbots más sofisticados todavía dicen disparates de vez en cuando. En la mayoría de los casos eso es solo una leve molestia. A veces, sin embargo, puede meter en problemas a quienes los desarrollan. Cuando recientemente se le preguntó a Gemma, una IA de Google, si Marsha Blackburn, senadora republicana, había sido acusada de violación, respondió que en 1987 un policía estatal había dicho que ella "lo presionó para obtener medicamentos con receta y que la relación involucró actos no consensuales". Blackburn nunca había enfrentado tal acusación.
La senadora, comprensiblemente molesta, envió a fines del mes pasado una carta a Google argumentando que el gigante tecnológico debería "apagarla hasta que puedan controlarla". Google retiró rápidamente a Gemma de su oferta de productos y dijo que la IA había sido diseñada solo para desarrolladores e investigadores.
Blackburn es una de varias figuras públicas que recientemente se han quejado de ser difamadas por un chatbot. En agosto, Meta, otro gigante tecnológico, resolvió una demanda presentada por Robby Starbuck, un activista de derecha, después de que uno de sus bots afirmara falsamente que él participó en el ataque al Capitolio el 6 de enero de 2021.
Ese tipo de demandas podría convertirse en un gran problema para las empresas de IA, que ya están atrapadas en disputas legales por derechos de autor y otros reclamos. Incluso un número reducido de casos podría resultar extremadamente costoso. En 2022 un tribunal estadounidense ordenó a Alex Jones, un teórico de conspiraciones de derecha, pagar US$ 1.400 millones por afirmar que el tiroteo escolar de 2012 había sido un montaje. La pregunta de si las empresas de IA pueden ser consideradas responsables por lo que dicen sus bots casi con seguridad llegará a la Corte Suprema, sostiene Peter Henderson, profesor de la Universidad de Princeton. Hasta que la ley se aclare, mantendrán a sus abogados especialistas en difamación en marcación rápida.
Las empresas de IA se esmeran en destacar el cuidado que toman para evitar que sus modelos inventen cosas. Aunque algunos errores, incluidos aquellos en que una IA mezcla información de personas con nombres similares, son difíciles de evitar. Por eso los términos de uso advierten que los chatbots pueden entregar información incorrecta. Una demanda por difamación en Estados Unidos presentada por un locutor de radio contra OpenAI, la creadora de ChatGPT, fue desestimada por un tribunal en Georgia después de que el juez concluyera que las "amplias advertencias" de la empresa sobre posibles errores impedían que se le considerara responsable.
Sin embargo, otros tribunales podrían no quedar convencidos por ese argumento. Las firmas de IA pueden esperar, en cambio, obtener protección de uno de los mayores golpes de suerte legales de Silicon Valley. Desde la década de 1990, los jueces estadounidenses han interpretado una disposición conocida como la Sección 230, que establece que las empresas de internet no son editoras del material en sus sitios, como una exención de responsabilidad por dicho contenido, lo que las ha librado de demandas por difamación.
No obstante, a diferencia de Facebook y otros foros en línea, los chatbots generan material nuevo. El juez Neil Gorsuch, integrante de la Corte Suprema, dijo durante un caso contra Google en 2023 que no creía que la Sección 230 se aplicara al material generado por IA (aunque en el mismo caso otro juez admitió que los miembros de la corte "no somos, como, los nueve mayores expertos en internet").
Si la Sección 230 no las protege, las empresas podrían argumentar que los chatbots, al igual que las compañías, tienen derecho a la libertad de expresión en Estados Unidos. Si logran convencer, se beneficiarán de décadas de fallos que han convertido al país en uno de los lugares más difíciles del mundo para ganar demandas por difamación. Pero incluso así, las empresas seguirían preocupadas por jurisdicciones como la británica, donde los tribunales asignan la carga de la prueba a los editores acusados de difamación. Con el uso de chatbots en aumento, los abogados podrían pronto estar frotándose las manos.
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