El nivel de locura y tolerancia con los violentos que se vive en el fútbol uruguayo debería indignar a toda la sociedad. Resulta que se deben jugar los partidos sin "hinchada visitante", los anfitriones se las ingenian para ingresar pirotecnia y otros elementos prohibidos, y los dirigentes lo comentan como chiste en las entrevistas. Se llega al colmo de no entregar trofeos a menos que el ganador sea el local, para evitar irritar a los violentos. ¿Será que el estado cumple con su función?