Wílmar Roldán abrió su corazón: su vida, en un libro
José Orlando Ascencio - subeditor de deportes @josasc
Wílmar Roldán abrió su corazón y plasmó todo lo que tuvo que luchar para llegar a ser el árbitro más destacado de la historia del fútbol colombiano, con cifra récord de partidos en la Copa Libertadores, casi al borde de los 500 juegos dirigidos como profesional
José Orlando Ascencio - subeditor de deportes @josasc
Wílmar Roldán abrió su corazón y plasmó todo lo que tuvo que luchar para llegar a ser el árbitro más destacado de la historia del fútbol colombiano, con cifra récord de partidos en la Copa Libertadores, casi al borde de los 500 juegos dirigidos como profesional. Lo hizo a través de un libro, Silbato de oro, que saldrá a la venta la próxima semana. "Una de las cosas que más me motivó es mostrarles a los colombianos, les guste o no el fútbol, que para llegar acá uno pasó por muchas situaciones complejas. La gente vio a Wílmar Roldán en mundiales, en la Libertadores, pero detrás hay una persona humilde, de pueblo, montañera. A las personas nos tildan de muchas cosas, pero no saben el agua que le tocó a uno beber para llegar acá", explicó Roldán en charla con EL TIEMPO. El libro está dividido en 12 capítulos y un epílogo, cada uno titulado con un partido que acabó marcando la carrera de Roldán como árbitro, empezando por uno en 1995, entre las selecciones de Segovia y Remedios, el pueblo en el que se crió y al que llegó con su familia tras vivir momentos difíciles en Amalfi. Ese partido lo dirigió por casualidad, porque hacía parte del equipo de su ciudad, y acabó señalado y amenazado por una decisión en contra. Pero tuvo la personalidad para poner la cara: al día siguiente madrugó a misa. Mucha gente no creyó en Roldán, empezando por su propia madre. "La historia más bonita fue cuando yo llego a la pieza donde yo vivía con mi mamá, ella llorando. Yo le dije que me iba a convertir en el mejor árbitro de este país, y ella se puso a llorar aún más. Claro, un pelao criado con aguamasa, sin camisa, flaco como un gancho, se iba a convertir en el mejor árbitro del país. Eso raya en la locura. Pero yo quería salir de ese pueblo y la vida me tenía preparado para eso", contó. Roldán contó en el libro cómo llegó a Medellín a vivir con unos familiares que lo terminaron echando y lo acusaron de ladrón, luego se fue a vivir con unos amigos de Remedios que, al final, lo dejaron solo, y, finalmente, terminó viviendo en una pieza, trabajando en una fábrica de implementos deportivos que era propiedad de otro exárbitro, Juan Manuel Gómez, quien acabó frenando su carrera, porque pidió que no lo designaran porque, por irse a pitar, le estaba dejando tirado el trabajo. También tuvo que trabajar recogiendo basura en los alrededores del estadio Atanasio Girardot, impregnándose de malos olores que no se quitaban con el baño y que los jugadores a los que les tenía que pitar partidos notaban de inmediato. "Si tú encuentras el don, tienes que meterte en él, así nadie crea en ti. Si no, como lo digo en el libro, hubiera terminado trabajando como minero, como garitero, o estaría muerto por haber sido reclutado por algún grupo al margen de la ley, como todavía hay en esa región. No había muchas opciones", recordó. Hay dos momentos puntuales y polémicos de la carrera de Roldán que tienen capítulo aparte en el libro. Uno, la primera final de Liga que dirigió, en 2008, entre Boyacá Chicó y América de Cali, en el que acabó el partido cuando el equipo ajedrezado estaba lanzado al ataque. La jugada terminó en gol de Anuar Guerrero, pero el juez había pitado antes. Acabó señalando su reloj. Dijo que le costó mucho levantarse de ese momento. "Mucha gente no conoce el trasfondo, se quedaron con el error y nada más, me tildaron de ladrón, de deshonesto, de muchas cosas. Cuando uno comete un error tiene que agachar la cabeza, así uno tenga personalidad fuerte", contó. "Yo venía haciendo un partido perfecto, lo estaba manejando bien. En ese momento no sabía que yo estaba cometiendo un error. Me sorprendió todo. Luego cuando vi la jugada y las repercusiones que tuvo la jugada, la gente no sabe lo que sufrí y las noches que pasé sin dormir, fue un error tonto, de sentido común. Muchos me dieron la espalda. Fue un momento complejo, el peor error de toda mi carrera", agregó. El otro fue su primer partido en un mundial, el de Brasil 2014, en el que acabó anulando dos goles legítimos por error de uno de sus jueces de línea, Humberto Clavijo. Detrás de lo sucedido, cuenta en el libro, hay una historia para perjudicarlo. "Muchas veces la gente pregunta por qué no pité más partidos. Yo no estoy contando nada más que mi verdad. Me dolió en el alma. Llegar al Mundial siendo uno de los mejores árbitros del mundo, sabiendo que tenía la fuerza para plasmarlo ahí, pero en Colombia, como dice Cochise Rodríguez, se muere más gente de envidia que de cáncer. Gente que supuestamente era mi amiga terminó perjudicándome", contó. Roldán también cuenta cómo se fue hasta Medellín a ver un partido entre Nacional y Santos solamente para ver a su ídolo, el árbitro argentino Javier Castrilli. Años después, antes de una final de Copa Libertadores, lo conoció y resultó que el admirador era él. Le hizo firmar una tarjeta roja. "Que él, mi ídolo, me haya dicho que yo era el ídolo de él, fue sublime", concluyó.