Lunes, 01 de Diciembre de 2025

Frustrante debate social

ChileEl Mercurio, Chile 1 de diciembre de 2025

Los candidatos desaprovecharon la oportunidad de clarificar sus propuestas.

Nuestra política social necesita repensarse. Su contribución al alivio de la pobreza y a generar las capacidades para otorgarles a los beneficiarios mayor independencia del Estado es insuficiente. Con los mismos recursos se pueden hacer mejor las cosas. Hay grandes desafíos en educación, salud y vivienda, pero dejando de lado los programas que se reúnen bajo estas áreas y los recursos destinados al pilar solidario de pensiones, que consumen gran parte del llamado gasto social, los otros numerosos instrumentos que demandan recursos y se catalogan bajo esta categoría tienen una dispersión importante y, a menudo, no responden a objetivos precisos y coordinados. Hay reformas relevantes que se pueden hacer en este ámbito. Por eso, sorprendió el más bien pobre debate de los candidatos presidenciales la semana pasada, en el primer foro social convocado por organizaciones que trabajan en esta área.
Es inevitable que las estrategias generales de las campañas de segunda vuelta incidan en este tipo de presentaciones. La candidata del oficialismo está muy rezagada en las encuestas y, por tanto, preocupada de desafiar a su rival y atacarlo no solo en el contenido de su programa, sino en atributos personales. Sus posturas, entonces, se diluyen. A su vez, el candidato opositor busca cuidar su ventaja, no cometer errores y perseverar en una agenda dura en seguridad y migraciones que lo ha ayudado a posicionarse en el lugar en que se encuentra. Con todo, una revisión de la política social es demasiado relevante y alguna claridad respecto de qué aspiran a hacer en este ámbito hubiera sido pertinente. Algo se discutió sobre la necesidad de asegurar agua potable para zonas que no la tienen, pero este objetivo debe entenderse en un eje más amplio. Hay infraestructura básica y social desigualmente distribuida en el país y cabe preguntarse si no existe espacio para desarrollar una política nacional al respecto, en coordinación con los gobiernos regionales, que ayude a cerrar brechas con metas concretas.
La "balcanización" actual de los programas sociales, en tanto, lleva a preguntarse si estos no podrían reunirse en pocas iniciativas, quizás concentradas en transferencias monetarias que permitan reducir la pobreza; sobre todo, en hogares con niños y jóvenes vulnerables. Ello, además, ayudaría a contener la "captura" que hacen el narcotráfico y el crimen organizado de adolescentes en barrios empobrecidos. Hay buenas razones para pensar que este tipo de políticas pueden ser más efectivas, desde el punto de vista del bienestar social, que la situación actual. Es posible, por otra parte, que la mejor política social sea un buen empleo. Sin embargo, las políticas activas de mercado laboral son muy insuficientes y, además, tenemos un sistema de capacitación que funciona mal. Esto es algo que está detectado desde, al menos, 2012 y aún no se han producido cambios relevantes que aporten al aumento de la productividad de los trabajadores. Finalmente, la mirada de los candidatos sobre primera infancia, a propósito, por ejemplo, de las dificultades para concretar la sala cuna universal, habría sido obviamente bienvenida. Como se ve, había campo fértil para un debate profundo que se desaprovechó.
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