Los buenos y los malos
Desde el Frente Amplio se ha construido un relato que pretende apropiarse de la "bandera" de ser los únicos representantes de los pobres.
La intervención de la senadora Blanca Rodríguez señalando, de manera sorprendentemente equivocada, que las políticas sociales se habían iniciado con los gobiernos del Frente Amplio produjo inmediatas reacciones. Por un lado, porque trasunta una gran ignorancia sobre la trayectoria de nuestras políticas sociales en nuestro país y por otro porque es un ejemplo más del relato que desde ese partido se ha impulsado desde hace años buscando identificarse como los únicos representantes de los pobres, los débiles y los vulnerables de nuestro país.
Si bien, en este caso, la magnitud del disparate determinó que esta afirmación fuera claramente descalificada en el debate público, sin embargo la prédica del Frente Amplio desde hace muchos años, reafirmando la idea de un mundo maniqueo, dividido en buenos y malos; en donde el Frente Amplio ocuparía el lugar de los defensores de los pobres y débiles mientras se señala a toda la oposición política como representantes de los ricos y poderosos, se ha ido instalando en el imaginario colectivo de muchos uruguayos de manera tal que esa caricatura se ha naturalizado.
Por otra parte, nuestra historia se ha construido sobre una concepción de fuerte impronta social y preocupación por los débiles. Esto es así desde la propia concepción de Artigas, quien impulsó una gesta revolucionaria que puso el acento en la igualdad y la justicia social. A tal punto de que una de sus frases más recordadas ha sido: "Que los más infelices sean los más privilegiados".
Pero luego, la evolución de nuestro país independiente fue construyendo un modelo social que se consolidó a comienzos del Siglo XX fundado en normas de avanzada en materia laboral y social, convirtiéndonos en uno de los primeros Estados de Bienestar en el mundo.
Por lo tanto, la defensa de los débiles, la búsqueda de un país democrático con equidad está en el ADN de nuestra sociedad. Hay que recordar una vieja referencia popular, expresada en la frase "Naides es más que naides".
Nuestra educación escolar laica, gratuita y obligatoria ya tiene más de un siglo y medio de existencia y su extensión a la educación media también fue pionera en la región y el mundo.
Nuestra legislación laboral es, desde hace mucho, de las más avanzadas de América Latina. Fuimos pioneros en la región con respecto a la jornada laboral de ocho horas y nuestra Ley de Consejos de Salarios ya tiene más de ochenta años de vigencia, entre tantos ejemplos.
La normativa de Asignaciones Familiares que es piedra fundamental del apoyo a las familias de menores recursos también tiene una antigüedad de más de ochenta años. Los Centros CAIF que constituyen la base de nuestras prestaciones y apoyo social a las familias con niños en situación de pobreza son de 1988.
Podríamos sumar más ejemplos, pero todas estas construcciones de equidad social y justicia que hemos señalado son muy anteriores a los gobiernos del Frente Amplio.
Sin duda que tenemos asignaturas pendientes que deben ser abordadas y resueltas para continuar nuestro camino como Estado de Bienestar. Pero tales preocupaciones no son patrimonio exclusivo de ningún partido político.
Sin embargo, desde ese partido ya hace décadas se ha construido un relato que pretende apropiarse de la "bandera" de ser los auténticos y únicos representantes de los pobres y débiles.
Y hay que reconocer que tienen una gran capacidad para multiplicar consignas, posturas e iniciativas, de manera tal que se trasmiten y repiten a través de su aparato político desde los principales dirigentes hasta el último militante de un Comité de Base.
Alguno podrá decir que, si bien toda la historia anterior ha sido así, algunos partidos políticos han dejado de impulsar posiciones sociales de defensa de los débiles y por eso el Frente Amplio ha ocupado este lugar.
Pues bien, podríamos ejemplificar largamente que esta distribución de posiciones entre "buenos y malos" es totalmente inexacta.
De hecho, durante los gobiernos del Frente Amplio se aprobaron, por ejemplo, las mayores exoneraciones tributarias de la historia al gran capital y a las inversiones extranjeras (lo que no nos parece mal, pero contradice una parte esencial del discurso frenteamplista). También podríamos decir que se criticaron las reformas de la seguridad social, pero luego, al gobernar, las mantuvieron sin cambios.
Podríamos recordar, además, que durante el gobierno de Coalición que nos tocó integrar desarrollamos una de las mejores y más amplias redes de protección social del mundo para sostener a nuestra gente en la pandemia, sin escatimar gastos ni recursos.
Sin embargo, el Frente Amplio ha logrado, mediante una estrategia de comunicación muy potente, instalar en muchos ciudadanos la idea de que ellos son los representantes de los más débiles y que los demás queremos defender a los privilegiados.
No hay ninguna duda de que la tarea de desmontar este relato falso es uno de los principales temas y desafíos que tenemos por delante en estos años y de cuyo desenlace puede depender buena parte del futuro político de nuestro país.