En Ciudad Quesada nadie parece dispuesto a dormir, luego de la campeonización de su equipo ante el Deportivo Saprissa.
El pitazo final fue el pitazo inicial. Dio inicio a una fiesta sin fin en la madrugada sancarleña. Pitoretas, música, caravana, baile, gritos, cánticos, abrazos...
La tensión de 90 minutos, con un 0 a 0 bajo riesgo, endeble aunque suficiente para la coronación, estalló en una celebración de locos, con el parque de Ciudad Quesada como principal punto de encuentro.
Los héroes de la cancha se reunieron con los héroes de las gradas. Unos llegaron en un camión; los otros lo hicieron a pie. Unos subieron a la tarima; los otros gritaban vítores al frente. Todos era la misma fiesta.