Sábado, 26 de Abril de 2025

Marcel Proust Entre la vida, la escritura y las artes

ChileEl Mercurio, Chile 2 de febrero de 2025

Una de las novelas más influyentes y seductoras del siglo XX, la obra maestra "En busca del tiempo perdido", de Proust, toma nueva actualidad en su genialidad del cruce entre las artes y la biografía de su autor. Mientras nuevas investigaciones lo revisitan, el Museo Thyssen Bornemisza de Madrid inaugura una gran muestra. El exdirector del Prado y curador, Fernando Checa, conversa con Artes y Letras.

"Solo mediante el arte podemos salir de nosotros mismos. (...) Gracias al arte, en vez de ver un único mundo, el nuestro, lo vemos multiplicarse, contamos con tantos mundos a nuestra disposición como artistas originales hay, y son más diferentes unos de otros que los mundos que rodean por el infinito y que muchos siglos después que se haya apagado la lumbre de que brotaban, ora se llamase Rembrandt, ora Vermeer nos envían su particular rayo de luz", escribe Proust a principios del siglo XX en su obra "En busca del tiempo perdido" (volumen VII).
El célebre autor francés, con la genialidad de su escritura, su fuerza sensorial y conocimientos, se transformó con ese gran proyecto literario en uno de los escritores más influyentes del siglo XX. Su relación con las artes fue profunda y en especial con la pintura, la música, el teatro, la historia del arte y también con la arquitectura; habla del Gótico tardío, de la arquitectura románica. Volcó en su obra maestra todas sus ideas acerca de las artes, las que entrecruza con la literatura y con la vida. Estaba convencido, como Baudalaire, de que existe una profunda relación entre las distintas manifestaciones artísticas. Y recurrió, como pocos escritores de su tiempo, a los cinco sentidos para captarla en su amplitud, a través de sentimientos, sensaciones, imaginación y experiencias.
Los paisajes y ambientes que lo rodearon, así como los artistas contemporáneos o anteriores a él, fueron un enorme estímulo para su escritura, lo que abordará la gran exposición "Proust en las artes", que inaugura el Museo Thysen Bornemisza, el 4 de marzo, en Madrid.
Por el paisaje y las artes
"No hay algo más hermoso y auténtico, sino necesarios e inalterables, que la belleza de los paisajes o del arte", escribe Proust en el primer tomo "Por el camino de Swann". La ensoñación por los paisajes de su país y las costas normandas lo conduce a un relato que atrapa por lo vivido de esa belleza, por las luces, los colores y los aromas, "por montañas escarpadas o acantilados bravíos", se lee.
"En busca del tiempo perdido" -la novela escrita entre 1908 y 1922, hasta entonces de más larga extensión, integrada por siete volúmenes- plasma un desfile de paisajes, del arte y artistas en donde los pintores impresionistas se ubican en la "base de la estética proustiana". Sobresalen también maestros barrocos como Rembrandt y tiene un lugar especial el pintor Johannes Vermeer.
La lista de creadores citados es contundente, como las relaciones que establece la trama novelesca en la obra (escrita siempre bajo su crónica asma), y que hoy varios escritores chilenos recomiendan leer o releer, con el tiempo requerido, durante la época estival. Se desprenden también de allí episodios más desconocidos como los que devela aquí el exdirector del Prado y curador de "Proust en las artes" , del Thyssen, Fernando Checa Cremades.
Las relaciones y comentarios del narrador con los personajes y artistas de la obra van permitiendo "apreciar" su concepción del arte y los prototipos de los artistas. La historia del arte y la música (esencial para el autor) terminan de dibujar magistralmente el mundo proustiano. Su escritura está impregnada por grandes compositores: "Wagner fue fundamental; también Debussy, Cesar Franck, los ballets rusos de Diaghilev", destaca Fernando Checa.
Resuenan diseñadores y la moda. "El diseñador Mariano Fortuny es fundamental", precisa el experto. La novela va cruzando, en el tiempo, su vida con los personajes, ambientes sociales y paisajes. La escritura se pasea por los Campos Elíseos, el Bois de Boulogne, los palacios de la aristocracia del Faubourg Saint- Germain y la costa normanda que reflejan en sus cuadros pintores impresionistas.
La importancia del teatro sobresale "en la impresionante pintura de Georges Clairin, procedente del Petit Palais de París, que representa a Sarah Bernhardt, en la que Proust se basó, entre otras, para crear el personaje de Berma, omnipresente a lo largo de la novela", precisa la curaduría.
Y entre las varias ciudades que le seducen está Venecia. Viajó dos veces, incentivado por su interés en las iglesias y en la arquitectura gótica. Una de las pinturas relacionadas con ello es del protagonista del romanticismo británico J.M.W. Turner, sobre "La Dagana y Saint Giorgio Maggiore", de 1834, que exhibirán en Madrid, junto a otras del pintor británico.
Su tiempo
Para entender mejor al autor francés hay que evocar el París en que vivía: la capital cosmopolita de la Tercera República con su profunda transformación después de las reformas urbanísticas de Haussmann; la aparición de la electricidad, los restaurantes y cafés. "Proust (1871-1922) estaba fascinado con esa modernidad de fines del siglo XIX". Y ese espíritu moderno se desarrolla en la pintura con los impresionistas y con sus representaciones de calles, jardines, ambientes y paisajes. En la novela, el narrador conversa con los artistas y defiende, por ejemplo, a un Monet y a un Degas...
El experto destaca, asimismo, a Monet entre los que más influyen y entusiasman a Proust y de quien exhibirán la evocadora "Cabaña en Trautouville" y una composición de sus "Nenúfares". También se apuntan Renoir, Manet. "Otro estilo pictórico que le influye al escritor francés -agrega Checa- es la pintura del Renacimiento italiano con el Giotto". Su estilo representaba para el narrador de la novela toda Florencia. Marcel Proust escribe que para asociar con un nombre a esa ciudad, "no me queda más que extraer una ciudad sobrenatural de la fecundación, a cargo de determinados aromas primaverales de aquello que creí yo que era en su esencia el genio del Giotto...".
El historiador del arte suma a los renacentistas "Carpaccio y a Botticelli. Y la importancia para Proust de la pintura holandesa, representada por Vermeer, Franz Hals, Rembrandt".
La muestra del Thyssen Bornemizsa -con 136 obras- buscará resaltar "uno de los temas sobresalientes de la relación de Proust con las artes: el de la creación y consolidación en las últimas décadas del siglo XIX de una nueva y moderna disciplina, la Historia del Arte. Ahí está la influencia del historiador del arte Emile Male con su libro sobre las catedrales francesas del siglo XIII, y Eugéne Fromentin con su obra sobre los pintores flamencos", precisa el curador. Y comenta la trascendencia del famoso historiador del arte John Ruskin: "Proust tradujo dos libros suyos, uno sobre la Catedral de Amiens".
Un capítulo más desconocido es su relación con España. El autor francés nunca estuvo allí. Pero mostrarán tres piezas clave: "El Retrato de María Hahn" y "Retrato de Laura Hyman", de Raimundo de Madrazo. Y se exhibirá una capa con diseño oriental de Mariano Fortuny. "Con ello -señala a Artes y Letras el historiador del arte- , queremos subrayar la conexión española de Proust que se produce a través de María Hahn, hermana de Reinaldo Hahn, amigo y amante de Marcel Proust, casado en segundas nupcias con Raimundo de Madrazo, pariente a su vez de Fortuny". Y agrega: "La capa proveniente del Museo de Tarrasa fue un regalo de Proust a María Hahn y se trata de una obra de arte prácticamente desconocida".
El Greco también es citado en la novela en varias ocasiones a través de "El Entierro del Conde de Orgaz" y el "Retrato del Cardenal Niño de Guevara". Se mostrará una copia de Raimundo de Madrazo de una Sagrada Familia del Greco, que el escritor vio en una colección privada de París". Y a "Velásquez lo cita como pintor de infantas..., pero no son citas muy abundantes, pues Proust nunca estuvo en España", recalca.
El narrador y Vermeer
La inédita muestra -que permanecerá meses abierta- partirá por exponer "el temprano gusto de Proust por las artes, la música, el teatro, particularmente la pintura y sus visitas al Museo del Louvre. La primera sala se dedicará a una de sus primeras obras publicadas "Los placeres y los días" (1896). Luego el recorrido seguirá en relación con "En busca del tiempo perdido", con pinturas del nuevo París y la costa de la Bretaña que plasmaron en sus telas Manet, Monet, Pisarro, Renoir, Monet, Boudin o Dufi.
Se resaltará el tema de la moda. Todo un ítem en la naciente Belle Epoque. Proust era elegante y muy refinado. Pero un gran realce será para obras emblemáticas de antiguos maestros (rara vez reunidos así) como Rembrandt, Vermeer, Van Dyck, Wateau, Turner, Fantin Latour, Wistler. Habrá una escultura de Bourdelle. Y se incluirán ejemplares de sus libros de la Biblioteca Nacional de Francia y del Ateneo de Madrid.
La relevancia de la exposición es también que reúne valiosísimos préstamos de museos de Europa y Estados Unidos, que rara vez salen de sus sedes como del Louvre, el Museo de Orsay, Carnavalet, el Maurithius de La Haya, el Rijksmuseum de Amsterdam; a los que se suman la participación del Städel Museum de Fráncfort y la National Gallery de Washington.
-Si pudiera elegir cuatro pinturas clave que expondrán en "Proust en las artes", ¿cuáles serían?
Fernando Checa, como buen español, es directo y preciso: "'El Retrato de Proust', de Emile Blanche, de 1892, del Museo de Orsay. 'El retrato del duque James Stuart, por Anton Van Dyck, del Louvre. La pintura 'Diana y las Ninfas', de Vermeer, procedente del Maurithius. Y 'Autorretrato como San Pablo', de Rembrandt".
Vermeer ocupa un lugar esencial en la obra literaria. Son los escritores y no los pintores que hablan en el libro sobre él. El personaje Swann se pasa la vida escribiendo un estudio sobre el pintor de Delf, del que nunca se sabrá su resultado... También lo menciona, aunque superficialmente, Madame de Cambremer. Hay una visita al Maurithius y el encuentro con una pintura del artista holandés marca a uno de sus personajes... Y entre las interpretaciones de los últimos años, un ensayo del escritor argentino Blas Matamoro, publicado en "Letras Libres", sostiene que "Vermeer se presta para la identificación proustiana... Porque sobre la persona de Vermeer se sabía muy poco, hecho con el que el narrador de la novela (otro aparente 'nadie') se aproxima a ese otro glorioso 'Nadie' que representa al genial artista holandés...".
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