Martes, 19 de Agosto de 2025

Microplásticos: el material invisible y omnipresente que viaja desde el Polo Norte hasta nuestros cerebros

Costa RicaLa Nación, Costa Rica 19 de agosto de 2025

Los plásticos mueven millones en la economía nacional, generan miles de empleos y son indispensables en la vida moderna, pero su rastro invisible ya está en nuestros ecosistemas, la comida y hasta en nuestra propia sangre.

Están en todas partes, aunque a simple vista no se aprecien. Los plásticos nos rodean desde que despertamos hasta que volvemos a dormir: en botellas de agua, envases de comida, ropa, cosméticos, utensilios médicos y hasta en el aire que respiramos. Su presencia es tan cotidiana que a menudo se olvida su impacto. Sin embargo, la ciencia lo ha confirmado: diminutas partículas plásticas se alojan en el tracto digestivo de peces, en la arena de nuestras playas y también, sin que entendamos todavía las consecuencias, en el cuerpo humano.

Datos de la Promotora de Comercio Exterior (Procomer) indican que en 2024 Costa Rica importó unas 4.600 toneladas específicamente en artículos de plástico para envases. Eso es el equivalente al peso de 920 elefantes adultos y no toma en cuenta que muchísimos productos importados contienen plásticos en distintas proporciones: desde automóviles hasta la lámpara que tiene en su mesa de noche y el celular con el cual probablemente está leyendo este artículo.

El valor económico del plástico es innegable, así como sus innumerables usos en la vida cotidiana, pero detrás de todo eso subyace un problema casi invisible. Los microplásticos (fragmentos menores a cinco milímetros, del tamaño de la punta de un lápiz) se han convertido en uno de los contaminantes más persistentes y difíciles de controlar. Como el plástico no se biodegrada, con el tiempo se desintegra en partes cada vez más pequeñas que se infiltran en los ecosistemas y en los cuerpos de los seres vivos, llegando a alojarse hasta en el cerebro humano.

Falso alimento para los peces

No solamente los humanos tienen este diminuto componente en sus cuerpos, los peces también lo almacenan en sus tractos digestivos porque lo confunden con alimento.

Un estudio de la Escuela de Biología de la Universidad de Costa Rica (UCR) analizó 30 sardinas galleras capturadas en el puerto de Caldera (2019), Puntarenas, y halló microplásticos (trozos menores a 5 milímetros) en el 100% de los ejemplares. Estas sardinas se usan para el consumo humano y como carnada en la actividad pesquera.

"Este tipo de peces los pueden confundir (los microplásticos) con comida y los ingieren de manera voluntaria. La ingesta también puede ser involuntaria, a través de las branquiespinas por movimientos respiratorios o ventilatorios", explica Keilor Rojas, biólogo e investigador del artículo científico.

Helena Molina, también docente e investigadora de esa casa de estudios, advierte que los microplásticos en organismos pequeños pueden producir bloqueos mecánicos y heridas abiertas en tejidos delicados del sistema digestivo.

"Como no son destruidos por los jugos gástricos ni procesos enzimáticos, los microplásticos pasan a otras especies depredadoras de estas sardinas a través de las cadenas tróficas, y luego siguen acumulándose en otros niveles de depredadores más altos", recalca.

Esa acumulación de pequeñas partículas de plástico en el estómago de los animales les afecta negativamente. Puede generar inanición (falta extrema de alimento) y desnutrición en los organismos, porque no aportan ningún nutriente a su crecimiento.

"El estómago se siente lleno y a veces dejan de comer, porque se sienten satisfechos, pero lo que tienen en su estómago no es nutritivo y empiezan a perder peso. Eso les pasa a todos los animales, a las ballenas, a los peces, al plancton, todos", detalla Karol Ulate, investigadora del Laboratorio de Estudios Marino Costeros (Lemaco) de la Universidad Nacional.

La bióloga marina también destaca que pueden existir más consecuencias a nivel ecosistémico que todavía están en investigación para conocer a fondo sus implicaciones.

"Hay impactos aún desconocidos en el ecosistema. El plancton que consume microplásticos los convierte en nanoplásticos (trozos mil veces más pequeños que un milímetro), los cuales terminan en sus heces. Este material fecal suele hundirse y formar parte del ciclo natural de reciclaje de nutrientes en el océano. Sin embargo, al mezclarse con plástico, muchas de esas heces flotan y no llegan al fondo, alterando ese proceso vital", alertó Ulate.

Adicionalmente, algunas sustancias químicas presentes en los plásticos pueden alterar las hormonas de los animales, provocando incluso cambios de sexo.

"Muchos plásticos, conforme se van degradando, liberan sustancias, como disruptores endocrinos, son bifenilos policlorados, que están en muchas partes, en la pintura de los barcos y en ciertos plásticos. Eso provoca el cambio de sexo en algunas especies. Lo hemos investigado acá en Costa Rica y detectado en moluscos, peces y tortugas. Eso causa un desequilibrio en el balance natural de una especie. No es positivo", aclaró Álvaro Morales, científico del Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (Cimar) de la UCR.

Presentes en nuestras playas y cuerpos

Las playas nacionales, destino predilecto durante Semana Santa, julio, diciembre y los días feriados, también muestran señales de alerta. A pesar de que algunos vacacionistas suelen recoger los residuos visibles, como envases y botellas, los microplásticos escapan a la vista y requieren herramientas especiales para ser detectados.

Una investigación del Cimar realizada del 2019 al 2024 analizó 25 playas del Pacífico y el Caribe y encontró microplásticos en todas ellas. El Paseo de los Turistas de Puntarenas registró la mayor concentración: 3.767 partículas por metro cuadrado de arena. Esterillos Este (Pacífico Central) fue la más limpia, con 104 partículas. El promedio general de las playas fue de 730 microplásticos por metro cuadrado de arena.

Los tipos más comunes de microplásticos fueron fibras sintéticas (como el nylon), pellets, microesferas y gomaespumosa (foam).

Álvaro Morales, miembro del centro de investigación que participó en el estudio, señala que esta contaminación puede llegar a las playas costarricenses por el efecto de corrientes, a causa de las islas de basura que acumulan residuos de Asia y de Norteamérica. Otra posibilidad serían las aguas de lastre cuando los buques descargan en altamar, dado que pueden ser mecanismos de acumulación de micro y nanoplásticos. El agua de lastre es líquido almacenado en tanques de la nave para darle estabilidad.

Estas pequeñas partículas de plástico no se quedan solo en la arena, también llegan hasta el cerebro humano.

Las personas conviven con el plástico todos los días de forma consciente, pero de manera involuntaria lo ingieren y se almacena en sus cuerpos. Según un informe científico de la revista académica Brain Medicine publicado en mayo de este año, el cerebro de un ser humano contiene el equivalente a una "cucharada" de microplástico.

Otro artículo de Nature Medicine de febrero de 2025 confirmó una mayor concentración de microplásticos en el cerebro en personas que padecían demencia, aunque no estableció una relación causal.

Estas partículas también se han encontrado en la placenta, el semen, la sangre y hasta en la leche materna. Todavía no se conocen con total certeza las consecuencias y efectos que pueden provocar en la vida humana, dado que son hallazgos muy recientes y se continúan investigando.

Las personas pueden inhalar los microplásticos que están en el medio ambiente y almacenarlos en sus cuerpos. Literalmente, se pueden respirar. Incluso se liberan del sistema de aire acondicionado de carros y casas. También pueden ingresar al organismo al consumir mariscos con este material en sus estómagos, así como alimentos ultraprocesados.

Hasta en la Isla del Coco

Ningún espacio en el planeta está libre de la presencia de los microplásticos, ni siquiera un lugar prístino y lejano como la Isla del Coco.

En un estudio desarrollado por investigadores de la Fundación Amigos de la Isla del Coco (Faico), el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac) y el Lemaco de la UNA entre el 2019 y el 2020 se hallaron microplásticos en el 93% de los sedimentos marinos de la isla.

"Tomamos muestras de camarones y peces de agua dulce y más del 80% contenían plásticos", contó Karol Ulate, quien formó parte del equipo investigador.

Una de las razones por las que este elemento está llegando a uno de los sitios naturales mejor conservados del país es porque los microplásticos ya están deambulando por el medio ambiente global.

"Hay partículas de microplástico que ya están viajando por el viento y se asientan en las nubes. Llegan a trasladarse a lugares tan únicos como el Everest, donde no debería haber contaminación. Incluso en el Polo Norte se están encontrando plásticos donde no hay gente, y es por este mecanismo de transporte. El polvo del Sahara ya se ha revisado en otros países y trae plástico", explicó la científica.

Plástico: eje lucrativo en la economía costarricense

A pesar de los riesgos, la industria del plástico sigue siendo una fuente importante de ingresos para el país. En los últimos cinco años, los bienes plásticos importados a Costa Rica han tenido un valor comercial de casi $10.000 millones, según datos de Procomer. Aquí se incluyen las materias primas de este elemento, como los polímeros y resinas; y productos ya fabricados: tuberías, utensilios y accesorios diversos de los cuales se recibieron más de 2,4 millones de toneladas.

En cuanto a exportaciones, Procomer reporta que la industria nacional obtuvo más de $2.000 millones en el valor de su mercancía en los últimos cuatro años. Se enviaron a otros países casi 600.000 toneladas de plástico.

Pero estos datos no cuentan su realidad e historia completa, tampoco la totalidad de su peso económico. Las piezas de plástico forman parte de nuestra cotidianidad; se encuentra en la ropa que vestimos, en las computadoras de los trabajos, en la tarjeta de crédito para pagar bienes, en los asientos de los buses en los que viajamos diariamente y en una cantidad innumerable de objetos. Como este material se encuentra en infinitos componentes, es muy difícil cuantificar su peso en la economía; solamente se pueden hacer aproximaciones.

En Costa Rica, la fabricación de cauchos sintéticos y de productos de plástico en general representó un 3,7% del total de la producción del sector manufacturero, según datos del Ministerio de Comercio Exterior (Comex) del 2020.

Cerca de 160 empresas conforman esta industria a nivel nacional. De acuerdo con la Asociación Costarricense de la Industria del Plástico, un 78% corresponde a pequeñas y medianas empresas.

Entre 2017 y 2019, el sector empleó, de forma directa, a 8.650 personas en procesos relacionados con el moldeo, soplado, compresión, termoformado y reciclaje.

Más allá de los ingresos monetarios, el Estado costarricense también aspira a redoblar esfuerzos en búsqueda de fomentar un ambiente más sostenible dentro de las operaciones de la industria del plástico.

En mayo de 2025, el Ministerio de Ambiente y Energía (Minae) comenzó la implementación de la "Hoja de Ruta Nacional de Acción sobre los Plásticos de Costa Rica", una estrategia para reducir esta contaminación mediante la transición hacia una economía circular.

Según el Minae, en la creación de la iniciativa participaron más de 50 actores clave del sector público, privado, la academia y la sociedad civil. El objetivo es claro: transformar la forma en que producimos, consumimos y gestionamos el plástico.

Para ello se busca contar con el estado de la generación y gestión de los residuos plásticos en Costa Rica, abordar los estilos de consumo y producción de la sociedad y analizar los impactos de los esquemas sobre reducción o sustitución para un mejor aprovechamiento de este elemento.

Soluciones desde la innovación y responsabilidad ambiental en la empresa privada

Las acciones para reducir la contaminación por plásticos y fomentar la búsqueda de una economía circular que proteja el medio ambiente no se quedan en el ámbito estatal. Por ejemplo, la empresa DosMil50 ofrece soluciones de empaques a la medida compostables y con un menor impacto en los ecosistemas para las industrias de alimentos, supermercados, restaurantes y otros sectores comprometidos con dicha iniciativa.

Ubicada en La Lima de Cartago, la fábrica crea productos compostables los cuales no contienen ni un gramo de plástico y en máximo 6 meses, en las condiciones adecuadas de tratamiento y desecho, se van a degradar como abono orgánico. Así, materias primas como papa, maíz y yuca se transforman en bolsas, bandejas, vasos y otros productos biodegradables.

DosMil50 nació a partir de una necesidad identificada en su empresa hermana, Vegetales Fresquita, dedicada al procesamiento de vegetales frescos. Esos productos siguen "respirando" después de empacados, por lo que utilizar recipientes de plástico para almacenarlos afectaría su frescura y origen natural, algo que no sucede con la opción biodegradable.

Desde la fábrica aseguran que la respuesta ante este negocio es positiva y han trabajado con más de 10 empresas que "valoran la innovación y el compromiso ambiental que ofrecemos. Lo que más les interesa es la posibilidad de reducir su impacto ecológico y cumplir con regulaciones ambientales, además de mejorar su imagen corporativa", resalta José Rafael González, fundador y gerente general de la compañía.

Para continuar su avance hacia modelos más sostenibles, cuentan con una alianza con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y Uber Eats para mostrarle a los clientes el impacto positivo que genera el cambio de empaques plásticos a compostables, sobre todo en la reducción de su huella de carbono.

Como consejo para otros negocios, DosMil50 resalta la evaluación de la cadena de valor para buscar alternativas sostenibles en sus procesos y productos. Si se invierte en alianzas con proveedores de materiales compostables, esto permitirá que las compañías sean competitivas en un mercado cada vez más consciente del impacto ambiental.

"Muchas empresas ven los cambios hacia la sostenibilidad como un gasto, pero es una inversión. Hay casos en los que empresas han realizado cambios hacia la sostenibilidad que se reflejan como ganancias. La sostenibilidad no es solamente gestión de residuos, es reducción de materiales de empaque innecesarios, es cambios en el área social, ambiental y económica. Para que la sostenibilidad sea efectiva también debe de ser rentable, y esto es lo que muchas veces se ignora al enfrentarse a los cambios que implica", añade González, quien es ingeniero en alimentos.

"Combatir la contaminación plástica requiere compromiso de todos los sectores"

Para la Fundación MarViva, la contaminación por plásticos es una "emergencia ambiental", porque cerca de 160.600 toneladas terminan en entornos naturales del país, poniendo en riesgo la biodiversidad.

Consideran que la solución a este problema se basa en un enfoque integral de ciclo de vida que promueva alternativas sostenibles desde la fuente hasta el destino final del residuo.

Eso incluye la reducción de la producción y consumo de plásticos de un solo uso; dar énfasis a la educación con campañas continuas que informen y promuevan decisiones de consumo responsables y crear marcos regulatorios que prohíban ciertos productos plásticos, fomenten la innovación y aseguren responsabilidades.

También resaltan la movilización hacia una economía circular para que los productos se mantengan en uso el mayor tiempo posible y un fortalecimiento en las comunidades costeras y actores clave para la gestión adecuada de residuos y la vigilancia ambiental.

Desde el ámbito internacional, apoyan la negociación de un Tratado Global jurídicamente vinculante sobre la contaminación por plásticos impulsado por las Nacionales Unidas.

En cuanto a soluciones inmediatas, en relación con el microplástico ya existente, hay técnicas que pueden acelerar la degradación de sus partículas, pero requieren de una inversión importante.

La Escuela de Ingeniería Química de la UCR, por ejemplo, ha trabajado en el desarrollo de procesos electroquímicos y fotoquímicos de oxidación avanzada que permiten degradar los microplásticos encontrados en aguas residuales.

En relación con el que está presente en el cuerpo humano, la mayoría es desechado en las heces, pero una pequeña parte se aloja en los órganos. La ciencia sigue investigando sus efectos, causas y posibles soluciones, debido a que es un campo de estudio muy reciente.

Para el analista ambiental Lenin Corrales es posible alcanzar una convivencia armoniosa entre el plástico y el medio ambiente, reconociendo los beneficios de su uso en sectores como la salud y la tecnología, bajo un enfoque integral que permita tomar decisiones informadas en cada etapa de uso.

"No se trata simplemente de eliminarlo por completo, sino de gestionarlo de forma responsable. Un enfoque integral buscaría reducir los plásticos de un solo uso innecesarios, promover alternativas sostenibles, mejorar los sistemas de recolección y reciclaje, y fomentar la economía circular. En este sentido, no se trata de demonizar al plástico, sino de transformar la forma en que lo producimos, consumimos y gestionamos. Si se aplican las medidas adecuadas es posible minimizar significativamente su impacto ambiental", dijo el biólogo marino.

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Joel Porras Hernández es estudiante de periodismo de la Clase 17 de la Asociación de Periodismo Colaborativo Punto y Aparte. Es el encuentro entre periodistas y estudiantes de la carrera, quienes generan producciones periodísticas de alta calidad sobre las causas y las soluciones de realidades de riesgo social, y se mantienen vinculados para promover el buen periodismo.

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