Argentina: nuevos desafíos económicos
Junto con las reformas laboral y tributaria, una mayor apertura financiera y una liberalización cambiaria también deberían ser parte de las políticas de esta nueva etapa.
Contundente e inesperada, la victoria conseguida el domingo por la alianza del Presidente Javier Milei, La Libertad Avanza (LLA), en las elecciones legislativas de Argentina es de la mayor importancia. El resultado no solo reafirmó el apoyo a su gestión -junto con un claro rechazo a lo que representa la alternativa kirchnerista en el devenir de la política trasandina-, sino que ha abierto la puerta a lo que Milei ha llamado una segunda etapa de su mandato, enfocada en sacar adelante necesarias reformas estructurales. En efecto, ya el lunes -y usando un tono más convocante de lo usual en él- el gobernante argentino llamó a la búsqueda de acuerdos en torno a una reforma laboral y a una tributaria que permitan remover obstáculos y rigideces que entraban el funcionamiento de la economía. El crecimiento conseguido por el movimiento de Milei y partidos afines en el Congreso es clave en ese objetivo, pues si bien no le alcanza para asegurar mayorías, sí mejora sustantivamente su posición negociadora y lo acerca de este modo a viabilizar sus propuestas. Esto, además de la tranquilidad que le significa contar con el tercio necesario para la aprobación de eventuales vetos presidenciales a leyes que contradigan las políticas del Ejecutivo.
Los mercados recibieron con natural optimismo estos resultados. En parte, porque las expectativas se habían deteriorado fuertemente en las semanas previas, luego del duro traspié sufrido por el oficialismo en la elección de septiembre en la provincia de Buenos Aires, que llevó a muchos a predecir una posible derrota en los comicios del pasado domingo. Así, este renacimiento del proyecto de Milei ha devuelto el entusiasmo tanto a sus seguidores como a todos quienes esperan que las reformas liberalizadoras puedan profundizarse y persistir en el tiempo.
Hasta ahora, el gobierno del Presidente Milei ha enfocado sus mayores esfuerzos en el ámbito fiscal, cortando drásticamente el déficit público y eliminando el financiamiento monetario, causa última de la inflación. Esta ha caído de manera importante -aunque todavía se mantiene sobre dos dígitos en términos anualizados-, pero la economía ha tenido dificultades para retomar dinamismo, toda vez que el menor impulso fiscal no ha sido acompañado de un equivalente entusiasmo del sector privado. Las dudas sobre la viabilidad política del proyecto libertario pueden haber contribuido a ello, lo que ahora podría disiparse, aunque sea parcialmente.
Por otra parte, los altos impuestos y fuertes costos laborales son también barreras que dificultan el despegue de la inversión privada. Hace bien Milei, entonces, en enfocarse en estos temas en la nueva etapa. Sin embargo, las altas tasas de interés y un peso excesivamente apreciado son otros aspectos del encuadre macroeconómico que el gobierno no ha sabido dilucidar. En efecto, el dinamismo privado debe venir de la mano de un tipo de cambio más competitivo para la industria exportadora y de menores costos financieros. Para ello, una mayor apertura financiera y una liberalización cambiaria deberían ser parte también de la nueva política, aun si ello atrasara en algo la convergencia de la inflación a un dígito.
Estos días de alivio financiero -reflejados en la positiva reacción de los mercados, particularmente de la bolsa, al resultado del domingo- pueden representar el momento adecuado para permitir un ajuste cambiario y una política monetaria más expansiva.