Innovar para conservar: un mensaje Nobel
Alicia
Lozano Vila
El mundo económico recibió una noticia sorprendente
Alicia
Lozano Vila
El mundo económico recibió una noticia sorprendente. Por primera vez, el Premio Nobel de Economía no celebra solamente los mercados o el crecimiento, sino la capacidad de innovar sin destruir. Un mensaje que resuena con fuerza en países como Colombia, donde naturaleza y economía no deberían ser dos orillas opuestas, sino un mismo camino. El Nobel de Economía 2025 fue otorgado a J. Mokyr, P. Aghion y P. Howitt quienes demostraron que el desarrollo no lo produce la acumulación, sino la innovación constante. Este trabajo parte de la teoría de la "destrucción creativa" (Schumpeter 1944) y demuestra que el progreso ocurre cuando nuevas formas de producir reemplazan a las que ya no funcionan. La innovación no puede ignorar los límites planetarios y hoy, la pregunta es ineludible: ¿cómo innovar sin destruir ecosistemas, culturas y modos de vida? Colombia no puede quedarse al margen de esta conversación. Como país megadiverso y productor de alimentos; lo que decidamos en nuestro territorio afecta no solo nuestras finanzas, sino el clima, el agua y la biodiversidad global. Aquí, la innovación no está en los laboratorios solamente: está en los campos, los páramos, las cuencas y las manos de millones de familias rurales. En la Orinoquía y el Caribe, los sistemas silvopastoriles están demostrando que es posible producir carne y leche mientras se recuperan suelos, se captura carbono y se crean corredores de biodiversidad. En Tolima, Meta y Valle del Cauca, cultivos de arroz, caña y palma migran a sistemas regenerativos. No es solo conservación: es productividad con futuro. Lo mismo ocurre con sistemas agroforestales de cacao y café en Caquetá, Magdalena Medio o la Sierra Nevada, son otra forma de innovación silenciosa a través de la cual se conserva el bosque, se genera empleo digno y se abren mercados a consumidores especializados en Europa y EE. UU. También estamos innovando en lo financiero con mecanismos que buscan impactar territorios y comunidades. Los mercados de carbono, con todos sus desafíos de transparencia, y créditos de biodiversidad, hoy en fase experimental, buscan reconocer el valor económico de conservar especies, restaurar ecosistemas y mantener funciones ecológicas. Ilusionan a muchos, pero enfrentan preguntas éticas necesarias: ¿quién mide?, ¿quién gana?, ¿quién cuida? La mayor enseñanza de este Nobel es que innovar no significa explotar más rápido, sino imaginar mejores maneras de habitar la Tierra. En Colombia, la verdadera destrucción creativa no puede seguir tumbando bosques ni secando humedales; debe reemplazar modelos extractivos por economías regenerativas basadas en ciencia, inclusión y naturaleza. Las soluciones existen. Lo que falta es convertirlas en política pública, decisión empresarial y compromiso ciudadano. Innovar para conservar no es una consigna romántica: es nuestra oportunidad para el futuro.
Directora de Relacionamiento, Instituto Humboldt.