Jueves, 30 de Octubre de 2025

¿No aprendimos nada?

ColombiaEl Tiempo, Colombia 29 de octubre de 2025


Miguel Gómez Martínez
¿Cuáles son las lecciones que aprendimos o que debimos aprender de la pandemia? Un análisis cuidadoso de la realidad del mundo laboral confirma que, en muchos aspectos, no asimilamos varios conceptos que el encierro forzoso cuestionó


Miguel Gómez Martínez
¿Cuáles son las lecciones que aprendimos o que debimos aprender de la pandemia? Un análisis cuidadoso de la realidad del mundo laboral confirma que, en muchos aspectos, no asimilamos varios conceptos que el encierro forzoso cuestionó. El primero de ellos es el de la presencialidad del personal no operativo. Todas las empresas, incluso aquellas que pregonaban el trabajo flexible y deslocalizado, volvieron a la presencialidad. Claro, hay algo más de esquemas híbridos, pero la idea de que se puede ser productivo, e incluso más productivo, sin ir a la oficina no caló. El deseo de control de las estructuras organizacionales es demasiado fuerte. Si la gente va a perder tiempo y distraerse que sea en la oficina y no en su hogar. La pandemia fue el tsunami de reuniones. No había alternativa. Terminada la pandemia la "reunionitis" no cesó. Hoy, además de las presenciales, tenemos virtuales y mixtas. En la inmensa mayoría de ellas se consume tiempo muy valioso con pocos resultados. La regla de "anulación de reuniones" impuesta por Elon Musk es interesante. Entre 2003 y 2023 canceló el 60 por ciento de las reuniones lo que se tradujo en un aumento espectacular de la productividad de sus compañías. Muchas de las reuniones son disfraces de productividad, por ello proliferan en las entidades públicas, las multinacionales y las empresas con organigramas complejos. En general las mediciones de productividad del trabajo no son simples de hacer ni de interpretar. Por ejemplo, en una ciudad semi-paralizada como Bogotá, cualquier persona pierde por lo menos dos horas en su movilidad cotidiana. Ese tiempo no se contabiliza porque no es parte de la jornada laboral, pero es lo más improductivo posible. Además, genera cansancio, mal genio y debilita la atención familiar. La explosión de motos es un reflejo del impacto de la movilidad sobre la productividad y la calidad de vida. Tampoco asimilamos la lección de que trabajo descentralizado puede generar grandes eficiencias y reducciones de costos. Ni siquiera quisimos aprovechar la experiencia para reducir una enorme cantidad de trámites y requisitos que, por cuenta de la pandemia, quedaron suspendidos a la fuerza. Como siempre, no todo es bueno y hay temas delicados como el aislamiento de quienes dejaron de tener un núcleo de contacto con sus compañeros de oficina, por no mencionar sino uno de ellos. Sorprende lo poco que se ha escrito e investigado sobre el efecto de la pandemia en el modelo laboral. En medio de todos los impactos negativos que este período implicó, también sirvió o debería haber servido para cuestionar el papel del ser humano en el proceso de producción. ¿Seguiremos aferrados al mismo modelo mientras la inteligencia artificial barre con la razón de ser de muchas actividades laborales? *** Coletilla: La renuncia de Montealegre del gobierno me recordó aquella imagen de las ratas que abandonan los barcos que se hunden.
Consultor empresarial migomahu@gmail.com @miguel.gomez.m
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